Sobre los desplantes a Aznar y a los empresarios españoles y las actuaciones de la delegación española en Santiago
El "Por qué no te callas" de SM el Rey de España Juan Carlos, al Presidente de la Republica Bolivariana de Venezuela, Hugo Chavez, en la Cumbre Iberoamericana del 10 de noviembre de 2007, pasará a la historia de las relaciones entre la metrópoli y las antiguas colonias.
Aunque el Rey era asistente permanente a estas periódicas reuniones (acompañado de SM Da. Sofía, aquejada del humano mal de la gastroenteritis en esta ocasión), y resulta, al parecer -debido a los cambios que las elecciones democráticas y las asonadas golpistas- imponen en los países latinoamericanos y en la vieja España, el único mandatario que pudo acudir a todas, algunos nos preguntábamos sobre la conveniencia de sacar a nuestro Jefe de Estado a pasear por una asamblea de propósitos difusos y en la que las tensiones entre los bloques de alineados y no alineados (con Estados Unidos) son cada vez más manifiestas.
La actuación del Rey, diciéndole en el más puro espíritu coloquial, al peñazo de Chavez que se callara, cuando estaba interrumpiendo el discurso del Presidente de Gobierno español, Rodríguez Zapatero, -que, un día después, pero con rotundidad (aunque le costaba expresarse con fluidez) estaba defendiendo al ex-Presidente Aznar y a los empresarios españoles, atacados por el venezolano-, merece toda simpatía, por su espontaneidad, y encaja en el contexto de una reunión de mandatarios de poca chicha. Pero es impropia de un comportamiento acorde con las reglas de la diplomacia internacional "seria" que España, en su labor educativa, pretende trasladar a sus antiguas colonias.
Claro que el ambiente actúa de forma contagiosa. Si el comportamiento de los asistentes a esa reunión es propio de un guirigay de chiquillos malcriados, si los presidentes de algunas repúblicas con tufillo ananero, no saben respetarse en asambleas multinacionales, es normal que quien se arroga de la máxima autoridad, crea necesario llamar al orden a sus súbditos con un coscorrón.
No correspondía al Rey la actuación censora de quien estaba impidiendo al Jefe de Gobierno español que se manifestara. La presidente Bachelet debiera haber actuado cortando el discurso "maloliente" de Chavez, y evitado así que SM Juan Carlos metiera su cuchara en el potaje de mala baba que estaba cocinando Chavez con la tolerancia educada de Zapatero.
No nos atrevemos a valorar los efectos en política exterior de la manifestación aparatosa de los graves desencuentros entre los gobiernos de la madre Patria y los gobiernos con cierta base folclórica del marxismo impenitente que representan Venezuela, Cuba, Nicaragua, Perú (?) y Bolivia (en distintos grados). Aunque el Ministro Moratinos se esfuerce en decir que todo está controlado y la simpática responsable de las relaciones iberoamericanas Trinidad Jiménez se arrodille, solícita, para traducir a sus jefes el significado de los desplantes verbales de ciertos mandatarios educados en la calle.
El papel mediador del Rey en las diferencias entre los países sudmericanos, ha quedado, comprometido. La prensa bolivariana controlada por el nuevo dictador Chavez pondrá al Rey Juan Carlos y al gobierno español. La prensa española aplaudirá la actuación, qué remedio, aunque la irá matizando con él paso de los días.
Que se preparen las empresas españolas con intereses en Venezuela, porque curar la mejilla abofeteada de Chavez va a costarles dinero.
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