Centauros tecnológicos o ciber-imbéciles
Ortega y Gasset, en momentos en los que la ciencia era venerada, presentaba al ser humano como una combinación de ansia de conocimiento y vitalidad natural, y lo asimilaba a una especie mitológica de nuevo cuño, los "centauros tecnológicos".
Pasadas unas cuantas décadas, no está nada claro que el ansia de conocimiento movilice los recursos propios de cada ser humano. Desde que el saber no ocupa lugar en las estanterías, ya que todo está en internet, una buena parte de los seres humanos han renunciado simultáneamente a que tampoco ocupe mucho lugar en sus mentes, cuyas propias neuronas son reservadas para almacenar información (tampoco mucha) que cualquier ser extraterreste juzgaría como inútil.
Puede así no tenerse ni idea de si en la vieja Europa hubo alguna vez reyes godos o rayos catódicos, pero pocos fallarán la alineación actual del Real Madrid o del Manchester United. No se sabrá decir dónde se ubica el Museo de Ciencias Naturales o la sede del CSIC, pero si no has visitado nunca el Bernabeu o el Nou Camp serás tomado por un siniestro.
He puesto énfasis en ejemplos tomados de un deporte concreto, pero igualmente se podían extraer del terreno de las artes, de la literatura o de cualquier manifestación de la actividad humana, si contraponemos lo que exige mayor atención de lo que no precisa prácticamente ninguna, o lo que demanda esfuerzo con lo que no lo necesita apenas.
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