El mito del desarrollo sostenible
El 27 de septiembre de 2012, entre las actividades programadas por el Comité del Instituto de Ingeniería de España (General Arrando, 38, Madrid) en apoyo de una iniciativa de las Naciones Unidas, preparé una conferencia sobre "El tejido industrial y el desarrollo sostenible".
Es, desde luego, un tema atractivo y bastante manoseado. Mi tesis doctoral sobre "El desarrollo industrial del Principado de Asturias a partir de la experiencia reciente", abarcaba, hace unas décadas, la misma problemática de fondo.
En mi opinión, la cuestión irresoluble desde el mercado es la distribución homogénea de la tecnología, lo que está imbricado, de forma sustancial, con la disponibilidad financiera, cuyo control no solo permanece en pocas manos, sino que se concentra aún más.
Aunque no tiene mucho sentido hablar de Países Tecnológicamente Más Desarrollados (PTMD), sino de estructuras industriales situadas en ellos que son dominantes, la debilidad de los entramados en los Países Tecnológicamente Menos Desarrrollados (PTmD), hace improbable que surjan en ellos grupos empresariales nacionales que, por mucho que se confíe en las ventajas de la globalización de los mercados, alcancen una posición competitiva fuera de sus fronteras.
La realidad confirma esta sospecha. Las multinacionales pueden ubicar alguno de sus centros de producción en los PTmD, pero los mercados a cuidar siguen estando en los PTMDs.
La reducción de empleo disponible que implica la incorporación de tecnologías más eficientens, está produciendo, de manera complementaria, un flujo emigratorio perverso. No por culpa de la tecnología, sino de la corrupción del término de sostenibilidad (o sustentabilidad), que he llamado ausencia de tecnoeconomía o Inmovilismo Sostenible (IS).
La tecnoeconomía supondría la subordinación de la economía a la difusión de los conocimientos técnicos relevantes, sustrayéndolos del mercado financiero e incorporándolos a la filantropía global.
Si no se corrige, seguirá sucediendo -entre otros efectos- que los habitantes de las zonas más deprimidas tendrán que emigrar para ocupar los puestos de trabajo subvalorados en las economías desarrolladas. Mientras tanto, los mejores tecnocientíficos serán captados por los grupos empresariales de los países más avanzados, cerrando así el acceso general a la tecnología y controlando, internamente, su generación y dinamismo.
2 comentarios
Angel Arias -
Antonio Fumero -
En cualquier caso sí me parece relevante introducir aquí un elemento crítico para el debate, siempre constructivo y motivador, que propones con tu iniciativa intelectual. Se trata de una observación terminológica que puede ayudar a desarrollar tu planteamiento en términos de "sostenibilidad".
La "tecnoeconomía", que propones en unos términos industriales que se me antojan anacrónicos, se parece más a una posible "economía social" que se desarrollara en el sentido de convertir la "simple" innovación tecnológica en "innovación social plena" evitando volver a ver cómo esas innovaciones tecnológicas "se quedan en pura, estéril y hasta peligrosa maquinaria", en palabras de F. Sáez Vacas.
Aunque es importante hacer notar que el término "sustentabilidad" no existe en el DRAE, no lo es menos destacar la definición de la "sostenibilidad" que como "cualidad de sostenible" encontramos en su vigésima segunda edición y que cito textualmente:
"Dicho de un proceso: Que puede mantenerse por sí mismo, como lo hace, p. ej., un desarrollo económico sin ayuda exterior ni merma de los recursos existentes."