Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

El Club de la Tragedia: Atmósfera sobrecargada.

Mi primera intención fue titular este Comentario, "Reminiscencias de 1934", pero inmediatamente después pensé que la presentación de analogías entre el actual momento convulso, desordenado y oscuro, y la tensión social y política que se vivió en España en los años terminales de la Segunda República, me obligaba a realizar un análisis extenso para ser bien comprendido, que no sería posible recoger en un titular.

Dejémoslo, pues, así: la atmósfera está sobrecargada. Y no existen vías de escape abiertas para liberar la presión acumulada -ni siquiera se consigue detener la aportación de calor al contenido de la caldera-, por lo que es urgente encontrar medidas de alivio para que el mecanismo no explote. Han de ser, pues, en ese doble sentido: liberando vapor y reduciendo el calentamiento.

Los días 4 y 5 de octubre de 1934, comenzó una huelga general en varias localidades españolas, concebida también por alguno de sus instigadores como una simultánea insurrección armada contra el recién constituído gobierno de Lerroux. Las razones principales de este desencuentro tenían expresiones divergentes: para la izquierda revolucionaria se trataba del mantenimiento de una marginación intolerable, por lo que se centraban obstinadamente en un: "bendita sea la guerra"; para los republicaciones de izquierda, e incluso de centro-izquierda,  el modelo ya no servía: "no nos interesa la actual República; la nuestra está exánime". 

El seguimiento de la huelga general fue débil, en general, y se controló más o menos con la declaración de la ley marcial y la dura represión de los focos principales. Pero en Asturias , las organizaciones obreras -poderosamente estructuradas en torno a la actividad minera, y armados con explosivos y fusiles- tomaron un cariz especialmente violento, tanto en la expresión como en la opresión, que pasaría a la Historia reciente de nuestra incapacidad secular para entendernos como "Octubre Rojo".

Este episodio de desencuentros que preludió, de forma dramática, la inmediata guerra civil de 1936-39, que algunos vemos, a partir de datos e indicios sólidos, como un doble levantamiento desde dos direcciones yuxtapuestas frente a un idéntico objetivo, que era acabar de hundir al gobierno constitucional, que se ahogaba en su incompetencia : de los militares facciosos contra la República (atrayendo hacia sí una parte de la mayoría católica y de las "gentes de orden", incluído los capital-tenientes, etc.) y de la Alianza Obrera revolucionaria contra esa misma República (con su seguimiento de intelectuales ilusionados, detrás que no delante, de parceros humildes, desharrapados ilusos, infelices y engañados, aprovechados de izquierda, etc.).

¿Qué tenemos hoy? Un gobierno débil (a pesar de su espléndida mayoría parlamentaria, pero eso no basta en momentos de profunda crisis económica), una presión exterior insostenible, (por ambigua, desproporcionada e insolidaria, con injerencia intolerable y despótica sobre nuestra autonomía), una falta de objetivos para la reactivación económica evidente, (que ahoga cualquier previsión optimista respecto a la superación de la crisis) y, como especialmente importante, el rápido avance del deterioro de nuestro tejido social, exagerado en sus alcances por un irreductible terrorismo revolucionario (pero con base real: ese tejido está debilitado en lo económico, desorientado en los análisis, y confrontado dramáticamente a la evidencia de que el goce de las prestaciones pasadas no será recuperable).

Las enseñanzas de 1934 pueden ser variadas, según la ideología de los historiadores y su intención de adulterar o no la historia de los hechos, trayéndolos a su lámpara.

No resisto a hacer una escueta traslación de las urgencias que entonces no fueron asumidas, tal como las veo hoy.

En mi opinión, es urgente el acuerdo de eliminación de las disputas destructivas entre partidos -y no solo entre los dos mayoritarios-; es imprescindible dotar de máxima credibilidad nacional -la internacional me preocupa menos- al Gabinete, con personalidades competentes, dialogantes y creíbles, sin que se excluya la opción de un gobierno que incorpore miembros de otras formaciones políticas; las intervenciones policiales deben ser extremadamente cuidadosas ante las manifestaciones populares, evitando de todo punto enfrentamientos contra los que expresen pacíficamente su descontento, que incluso habría que propiciar; debe inexcusablemente negociarse con los líderes sindicales los términos que eviten cualquier convocatoria de huelga general, que a nada conduce, salvo al mayor deterioro de la economía y de la "paz social" (?); se ha de ser totalmente transparente en la evaluación de los costes de los servicios sociales (prestaciones de desempleo, jubilación, educación y sanidad),  dejando claro que esas partidas son irrenunciables y sus desequilibrios han de ser soportados por los que más tienen, y en proporción igualmente transparente e inversa; se ha de recuperar inmediatamente el prestigio de las Instituciones y muy particularmente de dos: de la Administración (impartición) de Justicia, con una reforma pactada, profesional, siendo intolerante con la corrupción y el enriquecimiento ilícito y acelerando la emisión de sus fallos...y es ineludible la renovación de la credibilidad de la Monarquía, con un traslado de la Corona al Príncipe Felipe, quien parece a salvo de los escándalos y errores recientes de su Familia.

Otros tendrán más ideas, y seguramente mejores. Que las expongan. En este momento, no me importa nada que gane la Roja, ni lo que pueda decir o callar cualquier entrenador o futbolista, corredor de bólidos o tenista. Tengo claras las prioridades del país. Y quien no las tenga claras, y crea que todo se va a solucionar con el paso tranquilo del tiempo, que deje el sitio, que no estorbe. Pongo dos fechas en el tapete: 1934-2012.

¡Ah, y no estoy escribiendo para un mundo global...estoy solo intentando clarificar los elementos que afectan a España!. No atisbo intenciones de alcanzar soluciones generales, y mucho menos, en la Unión Europea: la solidaridad de los ricos con los pobres no existe más que en los cuentos para niños, y bajo la forma aviesa de limosna para garantizar su subsistencia, no el bienestar de los que tienen menos.

 

 

0 comentarios