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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el Tribunal Constitucional Español

El difícil equilibrio de formas dentro del Tribunal Constitucional español, garante máximo de la interpretación de la Constitución, última ratio en la defensa de los derechos y deberes ciudadanos, Norma Suprema, está roto. Los magistrados de esa alta instancia, no se quieren. Se odian, y, como son muy listos y saben mucho derecho, se putean unos a otros y, sobre todo, a lo que representan.

Las tensiones políticas en torno a las filiaciones e ideologías de sus miembros, están haciendo saltar por los aires ante el atónito ciudadano  la credibilidad del Mecanismo de Control, en lo que respecta a su bien más preciado: su supuesta objetividad, neutralidad, serenidad e independencia.

¿De qué nos hemos enterado en los últimos tiempos?. De que el control de la Presidencia del TC es sustancial, porque, dada la igualdad de tendencias políticas (conservadores y progresistas, pro-peperos y pro-sociatas), dirime el voto de calidad del Presidente. Para hacerse con esta púrpura, el arma utilizada será la recusación de los compañeros no afines, alegando que están emponzoñados o contaminados porque han intervenido en dictámenes para clientes institucionales o privados, o, muy sencillamente, porque se han manifestado en contra de la posibilidad de prórroga del mandato de la actrual Presidente, significándose a priori sobre la pretendida reforma de la Ley del TC.

Qué lástima que no seamos capaces en este país de trabajar juntos desde las diferentes ideologías. Cómo duele saber que los intereses de partido priman sobre los intereses generales, y alcanzan a la institución que, en teoría, debería salvaguardar la legitimidad.

Desde aquí, no ponemos nombres a las disidencias. Importa poco personificar las incidencias en las injerencias de la actual vicepresidente del Gobierno sobre la Presidente del TC, en la persecución mediática de un magistrado ultraconservador amigo de la caza mayor o en la pretensión de que quien se ha manifestado respecto a la constitucionalidad del Estatut en un dictamen profesoral ya no tiene libertad para seguir juzgándola.

Importa mucho más recuperar la credibilidad pública del TC, por lo que nos va en ello a todos.

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