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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Ingeniería para AES. Significado y empleo del factor de seguridad

Ingeniería para AES. Significado y empleo del factor de seguridad

Son típicos los casos en los que los ingenieros utilizan coeficientes o factores de seguridad, que aplican sobre los cálculos teóricos, a veces complejos, que les han conducido a las soluciones físico-matemáticas de un problema.

El empleo de estos coeficientes no suele ser siempre bien entendido por los legos en la materia, que se preguntan para qué puede servir haber calculado,  y en apariencia de forma muy precisa, por ejemplo, la cantidad y calidad del material  necesario para dotar a una estructura de la resistencia dada, si, a la postre, se va a afectar a ese resultado de un coeficiente multiplicador de 2, o incluso superior.

Esto podría llevar a la errónea conclusión de que no hace falta realizar cálculo alguno y que uno podría guiarse, simplemente, por la intuición o por la experiencia previa para decidir lo que debe hacerse ante cualquier situación.

Economistas y juristas -en particular, aquellos aún bisoños o poco prácticos, que confían en que lo que estudian en la Facultad es suficiente como metodología para influir en la vida de los demás - no suelen emplear la técnica de los coeficientes de seguridad, que los ingenieros usan continuamente.

En realidad, la técnica tiene tres momentos. En el primero, se calcula, mediante fórmulas físico-matemáticas o con ayuda de ábacos y ordenadores, el valor teórico que resolvería la cuestión. Después, se aplica un coeficiente de seguridad. Finalmente, se comprueba si la cantidad obtenida encaja, en orden de magnitud, con lo esperado. De no ser así, se repiten los cálculos. Generalmente, basta dividir por diez, que es el error típico, que cometen los que se fijan en los árboles antes que en el bosque.

Los factores de corrección son imprescindibles para evitar sorpresas muy desagradables o que se complique una situación real, convirtiéndola en desastre, por no haber tenido en cuenta los elementos -que pueden llamarse imprevistos, pero que, en verdad, hay que enumerar precisamente- susceptibles de interferir sobre las medidas o elucubraciones teóricas, provocando resultados que diferirían completamente de lo que sería "normal" o esperado, cuando, en verdad, lo "normal", que debería esperarse, es que la situación acabe complicándose. 

Se detecta esta problemática en no pocas ocasiones en la vida económica. Sucede sin embargo, que, como no es raro que se cambien los responsables de la medida equivocada cuando el fracaso es ya patente, no se completa el análisis crítico de las razones por las que "la cosa" no funcionó como se esperaba de ella. Tampoco se descarta que, otras veces, por dejación o mala uva, se pierdan los registros que permitirían detectar porqué las variables no se comportaron como se previó (1) -como más típicas: nepotismo, corrupción, amiguismo, dejación, y, en el orden internacional, proteccionismo, corrupción, egoísmo, globalización-, propiciando así que vuelvan a cometerse, una y otra vez, los mismos errores.

En el caso de los letrados, es muy corriente que se apliquen ciegamente, creyéndolos adecuados, los formularios y modelos para presentación de los más variados documentos que se pueden encontrar a raudales en internet; esto da lugar a un montón de escritos huecos, ininteligibles para profanos (y, por supuesto, para entendidos), que generan, a su vez, una cadena de los mismos males. Como los montones de papeles no se caen (y si lo hacen, pueden volver a ponerse en pie), no trasciende que el edificio es inútil.

Por el contrario, si un ingeniero se equivoca o no acierta con el coeficiente de seguridad al calcular una estructura, el edificio se caerá probablemente, y con él, toda la responsabilidad sobre el calculista, tanto social, como legal y económica.

Refiriéndonos a los economistas, tanto los que se dedican a la micro como a la macroeconomía, se tiene con demasiada frecuencia la creencia de que una situación real ha de cumplir fielmente las previsiones apuntadas por insignes maestros de la teoría económica, a los que se recurre como argumento de autoridad, pero que han sido deducidas en condiciones ideales que solo se dan en la teoria y que fracasan estrepitosamente al ser llevadas a la práctica.

Aumentar el factor de seguridad cuesta dinero. Además, como siempre existirá, por mucho que se aumenten las medidas -es decir, por alto que sea el factor- un resto de incertidumbre, hay que tomar una decisión de hasta qué punto convendría seguir invirtiendo en ellas. Todas las decisiones tienen aparejado un riesgo. Incluso los actos de la naturaleza suponen riesgo para los humanos, como sabemos por las referencias a las llamadas "catástrofes naturales" que, con tanta frecuencia, nos sobrecogen.

Por eso, y aunque solo sea de forma aproximada, conviene tener una idea de la tendencia de disminución del riesgo en relación con el aumento de coste para evitarlo. Esto nos conduciría a la apreciación de que existe un coste óptimo en la curva de costes -obtenida multiplicando el coste asociado a la probabilidad del suceso-, que vendría dado por el mínimo de la misma.

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(1) No debe decirse "preveyó", en ningún caso. Ni siquiera cuando se está improvisando en público acerca de las razones por las que no nos consideramos culpables de encontrarnos en una crisis fatal.

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