Ingeniería para AES.Captacion y aprovechamiento de la antropoenergía.
La preocupación por nuevas fuentes de producción de energía que sean respetuosas con el ambiente y autónomas, ha vuelto el énfasis hacia la energía geotérmica que, como su nombre indica, es la que procede de la propia Tierra, cuyo núcleo está a una temperatura muy elevada.
Los ingenieros han estudiado formas de transformar calor en energía, basadas en dos principios termodinámicos. Uno de ellos es vulgarmente expresado como que la energía ni se crea ni se destruye, lo que, formulado así parece más bien una tontería.
En realidad, lo que debe interpretarse es que si a un sistema cerrado le proporcionamos calor o realizamos sobre él un trabajo, aumentamos su energía interna, que se denomina entropía. Podemos aumentar esa energía utilizando solo trabajo, manteniendo constante la temperatura, y diremos entonces que actuamos en condiciones isotermas.
Podemos, también aumentar la energía interna proporcionando solo calor y si conseguimos que ese calor no se escape del sistema, expresaremos que estamos imponiendo condiciones adiabáticas.
Pues bien, el descubrimiento genial que permite aprovechar estas nociones es que conseguiremos transformar calor en trabajo positivo del sistema, combinando adecuadamente ambas actuaciones, y repitiendo la secuencia en múltiples ciclos, de los que el modelo básico es llamado ciclo de Carnot.
Volvamos ahora a la Tierra. Cada 30 m que profundicemos, aproximadamente, la temperatura del subsuelo aumenta 1ºC. Si conseguimos profundizar, por ejemplo, a 200 m, nos encontraremos con un foco constante de temperatura que está, más a o menos, a 6 o 7ºC más caliente que la atmósfera de la superficie.
No necesitamos, por tanto, calentar adicionalmente el líquido que llevemos allí, pues adquirirá, gracias a la madre Tierra, esa temperatura que podemos transformar en trabajo. Los habitantes de las cavernas ya sabían cómo hacerlo, aprovechando, para cocinar y calentarse, la energía que emanaba de las profundidades.
La naturaleza es repetitiva en su simplicidad. A los seres humanos se les puede aplicar también este principio, si bien de forma figurada, pero con consecuencias que me atrevo a presentar como muy efectivas.
Vamos allá. Si nos limitamos a dar mensajes superficiales a nuestros contemporáneos, no recibirán estímulo alguno, sino que se sumirán en el desconcierto y aumentarían su desinterés y apatía.
Su falta de motivación no permitirá extraer toda la energía interna potencial que existe en cada individuo y, si además se desprecia la capacidad de una parte importante de la población (no digamos los jóvenes o las mujeres, pero tampoco debemos descuidar a los mayores y más experimentados), no habrá transformación o no será eficiente, de energía en trabajo.
Cuando, por el contrario, conseguimos involucrarlos, haciendo que nuestros mensajes alcancen las mayores profundidades en su ánimo, con estímulos adecuados, conseguiremos que aporten lo mejor de sí mismos, poniendo su energía interna a disposíción del sistema.
Esto supone saber combinar el aporte de temperatura en condiciones adiabáticas -educación, investigación- con la posterior expansión isoterma -estímulos a la creación, al emprendimiento, a las mejoras económicas-. Si el aumento de temperatura no se realiza o se descuida, o se enfoca egoístamente, y si, además, la energía interna se escapa del sistema, malográndose (por la vía de manifestaciones, algaradas, descontentos, desánimos), no se conseguirá trabajo efectivo alguno, no habrá mejoras. El ciclo no funcionará.
Cuando, por el contrario, controlamos -con la persuasión, la explicación adecuada, la información pertinente, proporcionando los medios para aumentar la energía individual- que se cree una tensión emocional para que todos o casi todos los individuos de la colectividad, combinando las comprensiones y descompresioones adiabática, tengan la ilusión y la certeza de disponer de objetivos comunes y de que el reparto es equitativo, podemos canalizar su energía en las correspondientes expansiones isotermas, generando así actividad y riqueza en cada ciclo, que deberíamos poder disfrutar entre todos.
Carnot y Rankine no tienen la misma fama entre economistas que Smith o Keynes, porque se dedicaron a analizar formas de aprovechamiento eficaz del calor y de la energía. No les preocupaba el dinero, porque eran conscientes de que su valor era una ficción mercantilista.
Pero descubrieron algo que tenía que ver con el comportamiento de la naturaleza real y, gracias a ello, podemos disponer de máquinas tan variadas como automóviles, frigoríficos, calefactores, aviones u ordenadores. Hay algunos economistas y abogados que creen ganarse honradamente la vida, tratando de explicar a los demás que para salir de una crisis hay que apretarse el cinturón (imperfectas condiciones adiabáticas) y consiguiendo que quienes más tienen dispongan de mejores argumentos legales para aprovechar de las oportunidades de un ciclo económico (imperfectas condiciones isotérmicas).
Con ello, no se estaría teniendo en cuenta que el rendimiento de esos ciclos es muy inferior al que se obtendría si aprovecháramos la energía interna, es decir, la creatividad, de todos para beneficio también de todos, y no solamente de los más hábiles o más desvergonzados.
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Nota.- Este primer artículo es un ensayo, que iré perfeccionando en sucesivas entradas.
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