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Al Socaire de El blog de Angel Arias

De cacería

De cacería

El Rey D. Juan Carlos resbaló el 13 de abril de 2012 mientras se encontraba cazando elefantes en Botsuana y, trasladado de urgencia a una clínica en Madrid, fue operado de rotura múltiple de la cabeza del fémur, recuperándose satisfactoriamente.

Unos días antes, (el 6 de abril) D. Felipe Juan Froilán, hijo de la infanta Da. Elena, se hirió en un pie con una escopeta de perdigones del calibre 36, que pretendía montar apoyándola en él, mientras se encontraba pasando unos días con su padre.

Dos episodios que han dado mucho que hablar en los mentideros de Palacio, siendo aprovechados por los cazadores de piezas reales para disparar contra la Monarquía.

Los argumentos vienen al pelo sin esfuerzo. Por una parte, se esgrime sin tapujos la falta de sensibilidad deducible en quien, después de afirmar estar "hondamente preocupado" por lo mal que lo están pasando "muchas familias españolas" se va con unos amigos a matar un proboscídeo.

Por otra, se lanzan al aire voces escandalizadas, pidiendo la aplicación de la justicia, para procesar y multar de inmediato al Sr. Marichalar, bajo cuya custodia parental se encontraba el menor accidentado que, a sus 13 años, no podía (no debería) manipular armas de fuego; incluso se sugiere a Da. Elena -por si lo hubiera menester- que pida la inhabilitación del padre por comportamiento irresponsable.

Estos dimes y diretes relacionados con las armas encuentran su mejor sazón por una cuestión de aún mayor empaque, descubierta a finales de 2011, por la que quedó con el culete al aire un miembro adjunto de la Familia Real, D. Ignacio Urdangarín, del que se supo que tenía negocios relacionados con hipotéticos tratos de favor con los que había podido comprar y reformar un palacete de alto estándin, éste, desde luego, muy real.

No tengo en mi libreto la defensa de la Monarquía, pero sí me inclino a defender la sensatez y denunciar el peligro de tirar por la ventanilla la llave de contacto de la avioneta en la que volamos, confiando únicamente en la pericia del azar para sacarnos del trance.

Nos gustará más o menos, pero el Rey tiene en la Constitución española muy tasados cometidos, entre los que no figura, desde luego, quedarse en su Palacio rezando o lamentándose por lo mal que les va a sus súbditos. Y, hasta donde estamos informados y podemos intuir, no tenemos la menor tacha que hacer a este Rey, del que, desde luego, disentimos en cuanto a la afición a la caza (por varias razones: falta de medios, respeto a la vida en general, y no verle la gracia a tumbar a un bicho al que necesitamos para comer, de un balazo).

Tiene la Casa Real una asignación aprobada en los Presupuestos Generales que, además, se nos ha ofrecido recientemente algo pormenorizada (y no han faltado voces que se apresuraron a aplaudir esta decisión de levantar algo el velo de cómo se gastan los dineros los monarcas). Se nos ha dicho, y así lo hemos incorporado a nuestro acervo cultural monárquico, que el único Patrimonio del Rey es el que ha conseguido reunir, por ser un buen administrador, de lo que pudo ahorrar del sueldo que tiene aprobado, y del que, además, paga rigurosamente sus impuestos.

¿Qué problema habrá, pues, en admitir que, correspondiendo a su alto nivel de ingresos, que triplica el de nuestro Presidente de Gobierno, y ahora que está en el calendario fiscal la recuperación del impuesto sobre el Patrimonio, gaste sus ahorros como le peta? ¿Hay algo malo en matar un animal de gran porte, -"descatalogado", eso sí-, seguramente un bicho al que a S.M. siempre le hizo "mucha ilusión" ver cómo caía abatido, doblándose de patas, para poder cortarle los colmillos y hacer con ellos alguna talla especial o regalárselos a quien más los aprecie?

Sigo preguntando: ¿No tiene este país sensibilidad para comprender el disgusto de ese padre separado, al tener que explicar a su ex que el hijo ya espigado, curioso como él, aficionado a los libros de caza como el abuelito, se deshizo un pie porque se le disparó una escopeta, a pesar de las precisas instrucciones que le habría dado de que nunca, nunca, apoyara los cañones en el pie para montarla, una vez que hubiera quitado el seguro?

Y, en fin: ¿No basta a esos republicanos indomables, incapaces de reconocer el favor que hace a este país anárquico tener un Monarca carismático, el haber escuchado de los portavoces de la Casa Real que el presunto delincuente Sr. Urdangarín, que ya expresó que tiene todos los argumentos posibles para demostrar su inocencia, recibió indicaciones concretas del jefe de la Casa de que debía abandonar de inmediato cualquier negocio relacionado con las Administraciones Públicas?

Abandónese, pues, la cacería. La pieza está en veda y, chascarrillos aparte, corresponde a una especie protegida, por la cuenta que nos tiene. En este momento tenemos mayores problemas que disparar contra la Monarquía, aunque se haya celebrado con nostalgia republicana el 14 de abril, como corresponde a nacidos sin más alcurnia que la que uno mismo haya podido echarse a las espaldas, sin padrinos ni árboles genealógicos que lo sustenten.

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(Nota: Me he permitido retocar la foto que los media publican de S.M D. Juan Carlos junto a un tipo desconocido y un elefante de prominentes colmillos y en posición letal, poniéndole al acompañante humano el rostro de D. Froilán)

 

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