Nos recogerán y nos llevarán a las duchas
Hace varios años, se contaba más que ahora un chiste cruel (que son los que dan más risa a quienes no se ven representados) en el que un monitor de paracaidismo ilustraba a los reclutas, obviamente algo inquietos ante su primer salto real, que no había razón para tener miedo.
"Todo está controlado. Cuando dejéis el avión, esperáis unos segundos y tiráis de esta primera anilla, la de la derecha, y el paracaídas se abrirá. Si no se abre, lo que es absolutamente improbable, tiráis de esta segunda anilla, a la izquierda, y se abrirá de inmediato el paracaídas de seguridad. Seguís cayendo, y cuando lleguéis al suelo, los camiones os estarán esperando, subís y nos vamos todos a las duchas".
Quiso la mala suerte del recluta López que no se le abriera el paracaídas principal. Lleno de confianza, echó mano de la segunda anilla, pero el de emergencia tampoco se abrió. Con fe ciega en sus mandos, razonaba, mientras bajaba al suelo en caída libre: "Bueno, la primera parte no funcionó. Pero al llegar al suelo, los camiones nos recogerán y nos llevarán a las duchas".
Siento tener que decir que las medidas económicas con pretendida repercusión laboral (en este momento, no necesitamos otras) que el gobierno del Partido Popular está implementando y, más en particular, la forma de presentarlas, me recuerdan la plática del sargento en el chiste de marras.
Faltan, para hacer completo el dibujo, las voces de otros monitores y paracaidistas -digamos, para facilitar la exégesis, que se trata de los expertos en las agencias de valoración con sus propios intereses y los de sus clientes, líderes de otros países de la UE en su propia campaña electoral, empresarios con la preocupación puesta en volver a hacer rentables sus negocios, sindicatos con miedo a que se les acaba la cuerda que se irá a hacer compañía a sus ideas, partidos de la oposición restañando las heridas de las mordeduras ajenas y las propias, etc. , - que mientras el recluta López cae (la economía española), se concentran en repetir, vociferantes, según les vaya: "todo va bien, va muy bien, solo que hay que apretar un poco más" o "así no, no es así, no, es hacia el otro lado", y por si acaso, con más estrépito, "es eso, pero no es exactamente eso, que hay que matizar".
Entre los que aconsejan bajar impuestos, recortar salarios y privatizar lo público, para que la economía se levante de su postración y los que piden que se aumenten impuestos, se mantenga los salarios y se activen las inversiones públicas, con ese mismo objetivo, están los que manejan combinaciones de todas esas medidas y otras parecidas, según les parezca mejor para curarse de lo suyo.
Me da en la nariz que, premios Nobel incluídos, nadie está totalmente seguro de cómo funcionarán los paracaídas, pero lo que no admite réplica es que de nada servirá que estén los camiones en su sitio, si es que nos damos contra el suelo sin coraza, porque no hará falta que nos lleven a ducharnos para quitarnos el polvo de la caída.
Propongo otra historieta. Si estamos de viaje por tierras desconocidas, y se nos ha quedado encallado el vehículo en un inesperado barrizal, en lugar de esperar a que deje de llover y el terreno se seque, trataremos de meter bajo las ruedas unos tablones y empujaremos con todas las fuerzas, y si no lo conseguimos solos, pediremos ayuda a los vecinos de las casas próximas, sugiriéndoles incluso -o se les ocurrirá a ellos- que se ayuden de un tractor o un animal de tiro que tengan a la mano.
Por cierto: si no se contentan solo con que les demos las gracias, podemos ahondar en los bolsillos para entregarles unas monedas con que se tomen un vino o un café a nuestra salud, cuando consigamos salir. Arrieros somos y en otro barrizal nos encontraremos, ¿no? ¿no estamos en un mundo global, o era solo una añagaza?
0 comentarios