En apoyo de las empresas exportadoras
Algunas historias deberían ser analizadas, no ya en las Escuelas de Negocios, sino en los parvularios. No hace falta recurrir a complejos artificios mentales: para mejorar la situación económica familiar, como saben/sabían bien todos los campesinos y agricultores, tienes que vender los mejores productos de tu granja o establo y contentarte con comer los desperdicios, las sobras o lo que ha salido defectuoso.
Si te quedas lo mejor, no solo no prosperarás, sino que es posible que te veas sumergido en la penuria y abocado a la quiebra, pues reduces drásticamente tus disponibilidades para cambiar tu producción por otros bienes y servicios. La hora de los horticultores autosuficientes de Seymur ha pasado (aunque no descarto que pueda volver, si la involución nos conduce en dirección a las cavernas)
No es porque nos encontremos en crisis, sino por argumento de sentido común: hay que exportar, esto es, sacar del autoconsumo, lo más valioso.
Noruega nos puede servir deejemplo, exporta la mayor parte del petróleo y gas que produce, dejando que su consumo para la generación eléctrica descanse, fundamentalmente, en la produccción hidroeléctrica, que es más barata. Conozco un país de hidalgos venidos a menos que ha preferido seguir el camino contrario: consumir, ante todo, la energía más cara, dejando las más baratas para el final. Que, además, pague todas ellas como la más cara es ya cuestión de chulería.
Queridos niños: aprended, desde vuestras tiernas edades, a producir más que lo consumís, y a vender lo mejor de vuestra producción y, si os dejan, de vuestros amigos: primero a vuestra tía, pero, pronto, a la vecina de más arriba y, algún día, a un transeúnte desconocido de vuestra calle.
Entre las perlas que uno recoge de las propuestas de gente inteligente que a veces me pregunto si caerán en receptores adecuados o en saco roto, traigo hoy ésta: Luis Bassat, en el acto de entrega de Premios KnowSquare, agradeciendo su nominación por su libro "Inteligencia comercial" como finalista en el apartado de libros dedicados a las pymes, sugirió que no sabíamos aprovechar el potencial de los 55 millones de turistas que nos visitan cada año, y que son "clientes extras" para las empresas españolas, que provienen de todas las partes del mundo y, además, están en la situación mental relajada de quien se encuentra de vacaciones.
"Deberíamos plantearnos -dijo Bassat, más o menos- seriamente la opción de que todo el comercio español presente en los meses de julio y agosto los productos que puedan necesitar en el otoño y el invierno. Solo con que un 10% (5,5 millones de personas) comprasen ropa de la siguiente temporada, porque la encontrasen a un precio razonable, desaparecería la crisis del comercio al por menor".
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