Historias de tigres y gacelas (y 8)
"Vivimos en un mundo en que nada es real, pero todo es posible", fue el mensaje mágico de Giovanni Xueref, Presidente de Hello Kitty Magic, cuya profesión principal es la de ilusionista.
La conclusión, que el conferenciante extrajo al final de su charla, después de haber quemado una servilleta de papel que se convirtió, en sus manos, por auténtico arte de birlibirloque, en un billete de 50 euros, podía ser firmada por las prestigiosas escuelas de negocios. Sirvió, desde luego, para ilustrar perfectamente lo efímero y sutil de las "claves del éxito" que eran perseguidas, como objeto de seducción, por la provocadora Jornada que he pretendido glosar en estos Comentarios.
Como sucede siempre después de haber visto una buena película de ciencia ficción, al espectador le cuesta volver a la realidad, y necesita que el aire frío de la noche le dé en la cara, para reconocerse otra vez.
Las hienas, según uno de los reportajes, supongo que básicamente novelados, con las que los cámaras desplazados a las llanuras de Africa nos ilustran de los comportamientos animales, utilizan tres técnicas diferentes para atrapar a sus presas:
1. Agotar a la víctima, turnándose sucesivamente, por tramos. No importa que las primeras no tengan éxito, porque, cuando el objetivo, exhausto, crea haber alcanzado la libertad, se encontrará con un miembro de la jauría que le cortará el paso, definitivamente. Los fracasos de las anteriores se convertirán en éxito del conjunto. ¿Cuántas empresas de éxito se han construído sobre el fracaso de otras?. No hay más que entender cómo las crisis obligan a la venta de activos, aún perfectamente válidos, pero depreciados por la coyuntura, de la que se aprovechan quienes mantienen su liquidez.
2. Llevar a la víctima a un lugar del que no tiene escapatoria, actuando en ordenado tropel, conduciéndola hasta un sitio en el que no le quedará otro remedio que enfrentarse a su destino terminal. ¿Cuántas empresas no se han visto abocadas al cierre, por causa de la consistente bajada de los precios por parte de quienes tienen capacidad para resistir económicamente, hasta que eliminan la competencia de los pequeños comercios, de los autónomos, de los independientes?. La actuación en solitario, debilita las fuerzas y nos expone a los peligros de las empresas grandes, de las corporaciones multinacionales, siempre atentas a absorber a quienes les pueden hacer la competencia, aniquilando o incorporando a sus estructuras -antes de que crezcan más- a los emprendedores e investigadores con éxito incipiente.
3. Avanzar en abanico, ocupando todo el espacio de posible huída de la víctima, de forma que, cuando ésta crea encontrar una salida lateral, se hallará con uno de los miembros de la jauría, que la abatirá, en benficio de todos. ¿Por qué no construir un modelo de éxito a base de generar interacciones entre las empresas de un sector, actuando de forma complementaria, en lugar de tratar de competir en campo abierto, de manera individual?. Las experiencias de grupos de empresas que se coordinan para cubrir entre todas, de forma competitiva, un sector o alcanzar la perfección en una gama de productos, ya no son idea de gabinete. Se trata, en fin, de que cada una se especialice en la fabricación, con las tecnologías más avanzadas y los menores costes, de uno o varios de los elementos que se integrarán en el ensamblaje final.
Cuando salí a la calle para dirigirme al metro, con el cerebro estimulado por las ideas de brillantes conferenciantes que nos habían contado sus propias experiencias y propuestas, recordé una de las frases de Alvaro Uribe, ex-presidente de Colombia, en su alocución de apertura del Congreso: "Bogotá llora, pero no se rinde".
Fue su propuesta, después de un encuentro con periodistas y familiares de las víctimas, cuando se le exigía, a raiz de la explosión de un coche (carro) bomba en el Club El Nogal, la modificación de su estrategia de firmeza ante los desestabilizadores.
Uribe, en su cálida disertación, adornada con el verbo fluido de un español perfecto, expuso otras razones para explicar su política, que "había dejado semillas, aunque no un Paraíso" (en sus palabras: "derramar impuestos a los mayores patrimonios", "generar múltiples iniciativas a la inversión", "introducir estímulos generales y sectoriales, aunque vinculados -atados- a la inversión", "promover un sindicalismo de participación", "conseguir que todo bachiller tenga conocimiento vocacional para que pueda graduarse como tecnólogo",...).
Tal vez hubiera sido más conveniente empezar en ese momento el debate y la participación. Y apenas había transcurrido media hora del comienzo de aquel 8 de febrero de 2012.
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