Ilusionar en tiempos difíciles: historias de supervivencia
La densa Jornada en que se condensó el IV Congreso Internacional de Excelencia, que convocó el 8 de febrero de 2012, en el claramente insuficiente auditorio de Mutua Madrileña, a más de mil personas, tuvo muchos momentos estelares.
Fueron muchos y buenos los ponentes, y la conducción del acto por Manuel Campo Vidal merece la máxima puntuación. He tomado multitud de notas y me comprometo en los próximos Comentarios a glosar las intervenciones que me parecieron más relevantes.
El mensaje global del encuentro estaba claro: difundir optimismo. El lema del Congreso expresaba directamente el objetivo: "Emprender y crecer en tiempos difíciles (Historias de éxito y claves para lograrlo)". Incluso la palabra "crecer" aparecía en rojo en los catálogos y póster con los que Madrid Excelence había hecho publicidad del acto.
Estos actos en los que el optimismo es el rostro obligado del guión me recuerdan otro en el que participé, esta vez como ponente, cuando yo era Presidente de Ingeniería y Diseño y director del Centro de Cad-Cam ((nada que ver con el baile), en una Jornada dedicada a la promoción del producto Asturias. Fue hace mucho tiempo; aún no había teléfonos móviles, Autocad andaba por la versión punto siete y los jefes de adminsitración tenían un Amstrad encima de la mesa, con pantalla de fósforo.
No recuerdo quiénes habían hablado antes. Supongo que sería el equipo titular: Félix Mazón (Duro Felguera), Toni Coto (Química del Nalón), alguno de los Carrillo (Antracitas del Narcea), ... A mi me tocaba hablar el último, inmediatamente antes de la entonces Consejera de Industria, Paz Felgueroso. Seguramente era un día lluvioso, de esos tristones, que bajan el ánimo, y los anteriores ponentes habían aprovechado para presentar los problemas de sus empresas que, como no, atravesaban la crisis crónica que debe solventar todo empresario que se precie.
Cuando me disponía a leer las cuartillas que había preparado, una azafata me puso delante de las narices un papel en el que la Consejera había garabateado dos palabras: "¡Sé positivo!".
Fue la primera vez que conté en público el cuento de la cabra. Y una de las muchas en que confirmé que los seres humanos prefieren que se les cuente algo con lo que se puedan reir, antes que algo de lo que puedan aprender.
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Angel Arias -