Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

Lo que nos enseña Fukushima a los partidarios de la energía nuclear

Ni el coste de producción o las altas inversiones, ni la complejidad técnica del proceso, ni la dificultad de formar buenos profesionales, ni lo que suponga de dependencia tecnológica exterior, ni la necesidad de importar el combustible...

Si antes del accidente de los reactores nucleares de Fukushima la cuestión de la seguridad de las centrales productoras de energía eléctrica a partir de la fisión del uranio no parecía ser el elemento más preocupante -al menos para el sector energético, en donde se concentran muchos de los mejores técnicos de la especialidad-, ahora es el centro de los debates públicos.

Luis Enrique Herranz, responsable de la unidad de energía nuclear del CIEMAT pronunció el 2 de febrero de 2012, en el Instituto de Ingeniería de España -con el apoyo de la cátedra que ocupa Yolanda Moratilla en el ICAI- una conferencia sobre "Luces, sombras y oportunidades" a raiz del análisis del desarrollo del accidente de Fukushima. Es la primera de un ciclo de tres ponencias en las que se glosarán sucesivamente, "los hechos, las consecuencias y los impactos sobre el área", según explicaba Jesús Fornieles, de la Sociedad Nuclear Española.

Herranz fue didáctico al explicar cómo funcionan los reactores nucleares y, en particular, los de agua en ebullición, DWR, -tipo Fukushima- y se detuvo -es un decir, porque se trató de un paseo al galope- en analizar los medios de contención de la radiación presentes en los edificios de los reactores afectados y su entrada en funcionamiento sucesivo, en caso de accidente, tanto en lo que estaba previsto como en el suceso real.

Puso énfasis Herranz en las características especialísimas por las que se produjo ese accidente, que en varios parámetros superó las condiciones que se habían adoptado como de máxima intensidad para definir la seguridad de diseño. El accidente combinó terremoto y tsunami y afectó a 5 reactores, perdiéndose la capacidad de refrigeración tanto de los que estaban en operación como del material que se encontraba en las piscinas de combustible y se produjo "la explosión del hidrógeno", generando gran cantidad de energía en poco tiempo.

En concreto, el descomunal tsunami generó 7 olas, de las que seguramente una o dos superaron los 14 o 15 m (La revisión de principios de los 2000 había incrementado la protección de los diques para soportar olas de hasta 5,7 m) y la penetración del mar inundó 561 km2 (prácticamente la superficie de Madrid); la suma de ambas catástrofes naturales, terremoto y tsunami, afectó a 500.000 edificios residenciales, dejando a 4 millones de hogares sin electricidad.

No pretendo detallar lo expuesto por el conferenciante, que estuvo suficientemente claro a pesar de la complejidad del tema abordado (se dirigía, dado el lugar, fundamentalmente a ingenieros, físicos y químicos).  Se van conociendo, indicó, multitud de datos que permiten realizar teóricamente un análisis cada vez más preciso de lo que pasó en el trascurso del accidente y, por tanto, especular con creciente rigor sobre lo que falló y, en consecuencia, tomar decisiones acerca de cómo evitar en lo sucesivo la aparición de los problemas que no fueron resueltos en el caso.

El contraste de esos datos con las simulaciones teóricas -que se está llevando a cabo en varios centros- evidencia, en ciertos casos, que las medidas de campo no han sido del todo fiables y obligan a ajustar los modelos con hipótesis que podrían parecer artificiosas.

Herranz habló, en lo que fue la parte más atractiva -y, lamentablemente, la más corta- de su charla, del "análisis forense" (término propio de una serie policíaca, pero es la traducción literal de los términos ingleses) de los bancos de datos, con el "experimento real" de Fukushima, ... y no integral o simulado, como los únicos cinco que se habían realizado hasta ahora, en Francia, con la participación del Ciemat, para evaluar situaciones críticas en estas centrales.

Las cuestiones que permanecen abiertas son muchas: ¿Hubo fugas y en qué exacta cuantía? ¿Qué fenómenos se produjeron en las piscinas de relajación? ¿Son fiables los datos de que se dispone, hay ocultaciones o tergiversaciones? ¿Se puede confirmar que hubo fuga de hidrógeno de la unidad 3 a la 4, ya que parece improbable, y por tanto, se ha de descartar, la generación de hidrógeno en la piscina de esa última unidad?.¿Podemos incorporar a los reactores más elementos que mejoren la seguridad activa, o es preferible trabajar en la optimización de la seguridad pasiva?

Solo son algunas de las cuestiones que el conferenciante, uno de los mejores especialistas del sector en España, dejó en el aire. Se refirió también a la necesidad de controlar la presión emocional que es fácil imaginar se produce sobre quienes se ven confrontados a un accidente real y tienen que tomar decisiones en décimas de segundo, sabiendo que afectarán, tal vez, a decenas de miles de personas. La revisión de los protocolos de actuación, el entrenamiento de las poblaciones y de los profesionales y la definición de un centro desde el que se puedan adoptar las medidas de emergencia capitales, aparecen entre las consideraciones deducibles del accidente de Fukushima.

En el cóctel posterior a la conferencia tuve ocasión de comentar con algunos colegas acerca de lo que nos enseña Fukushima. Advertí en algunos sombras de preocupación respecto a los riesgos, no de la energía nuclear, sino derivados del insuficiente control que podrá alcanzarse de las variables perturbadoras del funcionamiento estándar: fuerzas de la naturaleza que cada vez se expresan más violentamente, ataques terroristas, accidentes de muy baja probabilidad ajenos a la energía nuclear y cuyos efectos no son considerados en el diseño de resistencia de los reactores,..

También hemos comentado de un curioso efecto: quienes más hablan de la energía nuclear, incluso desde las empresas eléctricas o las entidades con relación con la energía nuclear, no son, generalmente, los que más saben, los que están más cerca de la tecnología; se habla mucho de oídas, se exageran u ocultan cuestiones, en relación con el interlocutor y no con la verdad.

La humanidad no va a renunciar a la energía nuclear, porque es la forma más general, activa y eficiente de generar energía. No queda otra opción que proseguir en la senda de mejorar la seguridad de su funcionamiento, haciéndola un camino cada vez más ancho, disminuyendo el riesgo aún más, incluso muy por debajo de probabilidades que en otros sectores se considerarían sucesos imposibles.

Debemos saber que lo probable, por pequeño que sea su campo de existencia, en un escenario de eternidad, acabará sucediendo. Solo que no tenemos una eternidad por delante; así que lo que tenemos que hacer es concentrarnos en poner todos los medios para que no vuelva a ocurrir otro accidente como Fukushima, si la naturaleza se comporta exactamente de la misma manera.

0 comentarios