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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el perfil de los emprendedores

El mundo necesita emprendedores, y le sobran desempleados. En España, las encuestas más serias como las más informales reflejan claramente cuál es la mayor preocupación de la ciudadanía: el paro.

Si bien los políticos -unos, desde luego, más que otros- se jactan de conocer cuáles son las fórmulas para crear empleo y, por tanto, reducir la tasa de desocupados, tal vez para quienes tengan curiosidad por saber cuáles son los perfiles más habituales de emprendedores y, en especial, qué condiciones son las que propician su estímulo, vengan bien estas líneas.

No tenemos otra autoridad que haber dedicado bastantes años de nuestra vida a escuchar proyectos de inversión, analizar su viabilidad, estudiar sus opciones de financiación y tratar de encauzar a los promotores hacia las vías de mayor éxito potencial. Sirva también de aval para reforzar la credibilidad de estas notas haber participado, arriesgando incluso el dinero que no teníamos, en varias iniciativas personales.

Comencemos expresando las tres condiciones básicas que ha de entender adecuadamente cumplidas un potencial emprendedor, para que inice su aventura: detección de oportunidad, sensación de control del riesgo y disponibilidad de capital para comenzar a funcionar.

La exacta valoración de estas variables es muy importante. La mayor parte de los potenciales emprendedores identifican mal las posibilidades de negocio (o no las identifican en absoluto, pero las copian, imaginando que "si a otros les va bien, ¿por qué no a mí?"), creen controlar los riesgos porque tienen, seguramnte, una excesiva confianza en sus facultades para ello (o están mal aconsejados) y no disponen de fondos suficientes para comenzar con el nivel mínimo que les aporte las mayores garantías de éxito (aunque también puede suceder que hayan hecho unas erróneas valoraciones del capital necesario, generalmente, por desprecio al "circulante" y a la duración del "período de madurez o lanzamiento" del negocio.).

Se podría analizar, pues, con este ligero bagaje, los siete tipos o perfiles de emprendedores que se ven con, al menos, una de esas características en sentido positivo y, que corresponderían, considerándolas estrictamente independientes, a los derivados de todas y cada una de las combinaciones imaginables (tres con una característica; tres con dos; y una con las tres);  a ellas habría que añadir la opción de meterse a empresario sin tener la menor idea del asunto -incumplimiento total de las características positivas-, que llamaremos, descartándolo de inmediato, "emprendedor kamikaze", y que no estudiaremos aquí, entendiendo que su valoración corresponde a la siquiatría.

a) emprendedores de "medio pelo", entendiendo por tales los que solo cumplen favorablemente una de las condiciones. Por ejemplo, como más habitual, los que conocen o creen conocer el negocio (generalmente son antiguos empleados, incluso de altos niveles técnicos, que piensan que, con lo que saben, lo demás es "pan comido"); muchos restaurantes, peluquerías, talleres mecánicos, autónomos de multitud de servicios, pero también internautas que "han oído campanas", voluntaristas que imaginan que la cuestión está en montar el chiringuito -el que sea- y sentarse a esperar a que vengan los amigos a encargar cosas, etc. empezaron ...y terminaron así.

Este tipo de emprendedores, incluso aunque tengan la financiación a mano (hijos de papá, amigos íntimos de banqueros y responsable de promoción empresarial, o similares, lo que, en sentido estricto, los situaría en el grupo siguiente), están llamados a fracasar, salvo que se consiga -y muchas veces, no quieren que se haga así, porque temen que "se les vaya a copiar el proyecto"- que se les haga su revisión del planteamiento de negocio.

La inmensa mayoría de estos proyectos no generan riqueza ni empleo, sino frustración y pérdidas patrimoniales. Pero como existe una minoría que pueden merecer la pena, no conviene rechazarlos de inmediato, aunque sí someterlos a una evaluación rápida por especialistas.

b) emprendedores "de respeto", o sea, dignos de atención especial. Cumplen, como hemos supuesto, dos de las tres condiciones. Típicamente, han estudiado -más o menos- el mercado y conocen el sector, han hecho un planteamiento razonablemente justificado de la evolución de la facturación y los gastos (incluso han dispuesto de una partida para "imprevistos", pero no tienen capital suficiente, o carecen de él en absoluto.

A esta mayoría de emprendedores que tienen la idea y las ganas, hay que  ayudarles a conseguir el dinero. No nos parece que el préstamo bancario sea el más adecuado, porque la inmensa mayoría de esas entidades financieras no aman correr más riesgos que los que ellos mismos peinan y lavan (o sus amigos íntimos) y querrán ver devuelto su dinero rápidamente y con altos intereses, por lo que no son los socios deseables.

Si la entidad financiera, analizado el proyecto, está dispuesta a aportar la parte de capital restante, con las solas garantías del proyecto (como, por supuesto, hacen con las grandes empresas), adelante. Si no, no se precipite, amigo: busque otras fuentes.

Resulta más interesante (después de la siempre más barata financiación familiar, cuyo defecto es que nos privará de obtener la crítica a nuestro esquema económico) la de los coinversores, bien sean "bussines angels" o accionistas, con o sin cogestión en el proyecto.

En esta línea, nos  gusta mucho, porque nos parece una excelente iniciativa, la seguida por algunos Colegios Profesionales que ofrecen a sus colegiados jóvenes, la asesoría de sus senior y, también, su colaboración inversora, a veces conjunta, surgida de los ahorros de una vida profesional y que, con seguridad, ya no se van a necesitar para necesidades propias.

Las oficinas de promoción, que ofrecen préstamos a bajo interés e incluso subvenciones, cumplirían una interesante función, pero solo si fueran capaces de detectar sectores prioritarios, y ofrecerlos a quienes, careciendo de proyecto, cumplieran la condición de cualificación técnico-empresarial: "saber gestionar, tener ilusión, y poder evaluar, para tomar las decisiones adecuadas,las necesidades técnicas del proyecto ".

Estamos convencidos de que las Universidades -en especial, las de las ramas técnicas-, los departamentos de desarrollo de las empresas de mediano tamaño (obivamente, también lo deberían ser las más grandes, pero éstas son menos proclives a la transparencia) y las Escuelas de Negocio, además de las Administraciones públicas, tienen mucho que decir para estimular iniciativas empresariales. Si no lo hacen, y lo saben hacer, es un despilfarro; si no lo hacen porque no lo saben hacer, es un engaño.

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(1) Añadimos, aunque no venga a cuenta, que hay que desconfiar de bancarios-burócratas que aprovechan la menor oportunidad y nuestra inocencia para colarnos goles entre las piernas: por ejemplo, mandándonos en un solo correo, varias comunicaciones de saldos de nuestra exigüa cuenta, que maldito si nos hace falta la información, o se congratulan por cobrarnos las comisiones por la mínima variación de capital inmobiliario, incluso llevándose la totalidad de los "beneficios" por su ridícula "mediación"... asuntos, entre otros, que debemos denunciar, colectivamente, ante los Tribunales.

(continuará)

4 comentarios

Administrador -

A Miguel:
Observación previa: ¿A quién quieres engañar con eso de tu "tema", como si fuera lo único que interesa...?
Respecto al fondo de tu comentario, estoy totalmente de acuerdo y, en cierto modo, encuentro que incides - con otras palabras- en mi propuesta de sistematización. Quizá la única matización correspondería a que yo le doy más importancia a las condiciones y talante del promotor. No me atrevería a descartar, sin más, que un emprendedor con conocimientos del sector e ilusionado con un proyecto, no fuera capaz de sacar adelante, con éxito, su idea de empresa. En ese imaginario espacio referencial tridimensional (al que me refiero en la segunda parte de mi artículo), la alta capacitación e ilusión de un emprendedor pueden compensar positivamente, porque se activarían líneas de apoyo, las carencias financieras o la debilidad o saturación de un mercado.
Tú a eso lo llamas "tener producto", yo me refiero a esta cualidad como "tener claro lo que se quiere en relación con lo que se puede".

Administrador -

A Antonio:
Es muy oportuna esta referencia a los "emprendedores o promotores de perfil", que dan el tipo del "experto", lo que es especialmente frecuente en el caso de las tecnologías informáticas. Gentes sin conocimientos de la empresa, del mundo y de otras tecnologías, que han aprendido bien un lenguaje, una aplicación informática o una técnica específica, y se creen los reyes del mambo. Los que somos mayores sabemos que muy pocos de esos "expertos" efímeros han triunfado a la larga. Su borrachera de felicidad suele terminar cuando aparece un programa más potente, una tecnología más fácil de usar, o un joven más barato y más fresco.

Tu brillante comentario se refiere, además a otra cuestión sustancial: las infotecnologías abarcan todas las esferas de la vida cotidiana: el desafío es poder utilizarlas para potenciar lo que se tiene, no simplemente para sustituirlo, porque quienes se concentren simplemente en hacer exactamente las mismas cosas que ya se están haciendo, usando las "nuevas tecnologías", no crearán -a nivel global- empleo ni generarán nuevos recursos. Todo lo contrario: por ese camino, nos empobreceremos colectivamente.

Miguel -

Hombre, tocas mi "tema" esta vez. Me parece que los factores básicos para minimizar la enorme posibilidad de fracaso en esto del emprender son tres:

- Hay mercado?, y eres capaz de hacer algo mejor o distinto que otros (y no un poquito mejor, si no al menos 10 veces)

- Tienes producto?, sabes lo que quieres hacer, al menos en una fase inicial para después seguir aprendiendo y mejorando en sucesivas iteraciones. Y tu producto resuelve alguna necesidad RELEVANTE?

- Tienes equipo?, o sólo eres un iluminado con un idea que puede tener cualquiera y no tienes capacidad de ejecución. Excelente, añado.

Más emprendedores y menos eventos, hacen falta!.

Antonio Fumero -

Hay un par de aspectos interesantes alrededor de la actividad (¿actitud?) emprendedora (¿empresaria?) que llaman la atención.

Por un lado, la "socialización" de la Red parece estar consiguiendo que se promocione la figura del "emprendedor de perfil" -expresión que me permito acuñar como remedo de los sitios de redes sociales, donde se cambian personal por contenidos, en forma de perfiles-, o de todo a cien, que propone a los mal llamados "inversores de capital riesgo" el trueque de una idea -más bien idealizada- por un sueldo para ponerla en práctica.

Por otro lado, inundados por los eventos internéticos, da la sensación de que, de la misma forma que se asocia la cosa tecnológica con las infotecnologías de manera específica, se habla de emprender y de Internet como algo indisoluble, como si la Red no tocara ya todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana.