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Al Socaire de El blog de Angel Arias

En la escala 2,5 del indice de estupidez, y subiendo

Hemos sido los primeros, según la indiscutida autoridad de Google, en definir El índice de estupidez humana (IEH; en inglés, Human Stupidity Index, HSI), lo que estamos, además, haciendo en este momento preciso:

"El Indice de estupidez humana es un número decimal, abstracto, cuyo rango de valores puede ir de 0,0 al 10,0, que sirve para caracterizar, en un momento concreto, el comportamiento inexplicable de los seres humanos."

Se puede tomar como población de referencia, tanto la población mundial, como un colectivo más reducido, e incluso, la propia familia. No tenemos aún claro si el índice puede ser aplicado a una sola persona, siendo comprensible que, en este caso, la valoración no la realice el mismo interesado.

Aunque el valor más alto que puede alcanzar teóricamente es infinito -y ha habido circunstancias históricas en las que se ha estado muy próximo-, se acepta, por convenio impuesto por sus creadores, que el valor máximo que del índice sea 10.

De momento, no se ha alcanzado más que localmente.

La proporción de estúpidos se calcula dividiendo el número de personas -siempre estimado y, por lo general, según decisión de un panel de expertos en valorar la estulticia- que tienen un comportamiento incomprensible o están en una situación que les priva de su propia personalidad -de forma real o aparente- (numerador), por la población del territorio muestral ("dominio de referencia", y que será el denominador), y multiplicando el resultado por 10.

El índice, que se irá perfeccionando con el uso, exige algunos factores de corrección que lo hagan homologable para realizar comparaciones y, por ello, tesis doctorales.

 Por ejemplo, el índice se afectará de un  sumando corrector -que servirá de base para calcular la "estupidez equivalente"- que servirá para reflejar el número de horas que la persona dedicó a hablar del momento para el que se ha calculado inicialmente el índice de estupidez, que se verá incrementado en 1, si ha empleado para ello, - obviamente, con algunas intermitencias-, una semana.

El valor se disminuirá en un máximo de 1, sensu contrario, si el acto colectivo no ha servido más que para comentarlo brevemente con su pareja o con un grupo selecto de amigos. Casos típicos del primero, pueden ser los espectáculos musicales en los que una figura y su troupe se dedican a moverse en el escenario chillando como energúmenos; también se incluyen en este capítulo las películas sobre el personaje de Torrente. Se publicarán mensualmente listas de estos eventos.

Casos típicos de lo segundo pueden ser las representaciones teatrales, en especial, las de autores clásicos.

En un ejemplo práctico, las cosas discurren así:

Si, suponemos como elucubración hipotética, de imposible realización en un mundo real,  que 10.000.000 personas asistieran a un partido de fútbol -en directo o por televisión- y la población total susceptible de seguir el evento contara con 50 millones de seres humanos, el índice de estupidez aparente sería de sólo 2.

Pero si, de éstos, pongamos, 5 millones, se pasaran una semana hablando del acontecimiento -realización de las jugadas, comportamiento del árbitro, estado de los jugadores (antes y después del evento), declaraciones de los entrenadores y otros atletas, etc.-, el factor corrector será de 0,5. El índice de estupidez total de colectivo de ese país imaginario será de 2,5.

Los últimos estudios realizados por el Gabinete de estupidoscopia expresan que el índice sube, en España, de forma alarmente. Lo más grave es que no se conoce el remedio, porque parece que la crisis económica, el paro, la falta de alternativas, no hacen más que aumentar los valores del índice.

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