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Al Socaire de El blog de Angel Arias

So pretexto de semántica, aporías

Algún ilusionista en el empleo de la semántica, quiere sacarnos de su chistera, los conejos por los que conducirnos hacia la aparente demostración de lo que es genuinamente falso, pretendiendo confundirnos. Aporías.

La más perversa de las aporías que circulan en el presente es, quizá, que crisis es sinónimo de cambio y que cambio significa oportunidad, para lo que se recurre a citar hasta a los chinos. Tiene incluso una hermana pequeña por la que se defiende que el progreso de la humanidad está en crisis permanente.

Otra aporía asocia la inactividad de la sociedad civil a la madurez de la democracia, pretendiendo que cuando los partidos políticos funcionan, el pueblo confía en la alternancia en el poder que provocarían las elecciones periódicas. Se ignora así que, históricamente, las movilizaciones de la sociedad han dependido de la sociedad militar, es decir, de los Ejércitos.

Se nombra mucho la sostenibilidad, una banqueta de tres patas (economía, ambiente y empleo), que nadie ha visto construída, pero en la que muchos se sientan, tan tranquilos, poniendo sobre ella los proyectos de desarrollo, crecimiento, urbanismo, etc.

Tenemos, en fin, la casa de los argumentos llena de aporías, -paradojas, aparentes demostraciones con falsas premisas, conclusiones erróneas a partir de coloridos postulados-, con las que se nos adormece el sentido crítico, seducido ante la idea de que no hay solución alternativa o de que los mandos se encuentran en buenas manos.

Contra aporías, contundencia.

No puede haber sostenibilidad -ni sustentabilidad, para que los puristas del lenguaje no se concentren en la semántica- para nuestra pretensión de desarrollo, mientras siga siendo fagocitador por propia naturaleza de lo que se le ponga delante. Siendo el consumo la base de la subsistencia, de alguna forma tienen que aportarse nuevos elementos a la hoguera: si son espirituales, por la vía de la creatividad; si son materiales, por el camino de los recursos naturales; nada es gratuito; hay la opción de cambiar materia en energía -y puede que, también, al revés-, pero algunas posibilidades revisten riesgos que, en general, no se está dispuesto a admitir en el patio trasero.

Las crisis son el resultado de los cambios forzados por quienes han venido disfrutando de las mayores ventajas de una situación y quieren sacar ahora el beneficio de quienes les acompañaron hasta allí.

La globalización se podría conseguir de inmediato, eliminando todas las barreras económicas, sociales y tecnológicas, pero se dilata indefinidamente pretendiendo el control de los ritmos de crecimiento y desarrollo por parte de quienes disfrutan de las ventajas actuales.

El mercado no sirve para regular el precio de los productos de quienes venden desde la necesidad y compran desde la supremacía, y sí sirve para añadir margen a quienes ocultan los costes de producción de lo que ofrecen a quienes han creado la necesidad.

La incorporación de una nueva tecnología crea, de forma natural, desempleo masivo en la tecnología que convierte en obsoleta y, claro está, genera nuevos ricos en su área (pocos), pero también muchos fracasos de quienes se sienten atraídos por ella sin dominar materia, mercado y financiación.

La recuperación del deterioro de los bienes sin domine supone inmensos desembolsos públicos y arrastra el enriquecimiento de algunos emprendedores cualificados; la recuperación ambiental solo crea empleo en los que se dedican a ella, y, en contrapartida, genera desempleo en todos los sectores a los que se aplica;...

Podemos seguir enumerando, hasta cansar al lector: no es posible ninguna alianza de civilizaciones mientras estas se basen en los dogmas religiosos; ... 

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