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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la familia, la propiedad privada y el Estado (y 2)

La propiedad privada ha evolucionado muchísimo, por supuesto. En general, puede decirse que no existe. Las grandes fortunas tradicionales se han transformado en sicavs, sociedades limitadas, o fundaciones. También, para conseguir la opacidad respecto al fisco, los propietarios tienen residencia a estos efectos en un paraíso (fiscal, obviamente), o en otro país en el que no figuran detectados como domiciliados.

La forma habitual de propiedad privada es la del propio piso, si bien, en realidad, el verdadero propietario es la entidad financiera que ha concedido el crédito hipotecario, genuinamente pagadero en 30 o más años. Otras propiedades han sido desposeídas de muchos de sus elementos de disfrute, pasando a ser prácticamente públicas, evidenciando un creciente deterioro y abandono en no pocos casos.

En cuanto al Estado, se puede decir que ha desaparecido como tal, dedicado exclusivamente a soportar una categoría de empleo llamada funcionario, aunque se desconoce, por lo general, cuál es la función que realizan, si bien se suele seguir admitiendo que los portadores de esa prebenda o canonjía indican que se dedican a la enseñanza, a la conservación del medio ambiente, o forman parte de los equipos humanos de ministerios, consejería y concejalías.

No hay que confundir Estado con nación, y mucho menos con nacionalidad. La nación es un concepto político, abstracto, que se utiliza por algunos profesionales para conseguir más dinero de los impuestos y administrarlo en el beneficio de crear más puestos de presunta actividad para sus correligionarios ideológicos, y, en casos cuyo verdadero alcance es desconocido, para compensar sus esfuerzos, en formas de corrupción o corruptelas que, salvo para cuatro jueces con mala uva, no causan mayor escándalo ni indignación.

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