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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre las agencias de medición de riesgos

La agencia de riesgos Moody´s está campando a sus anchas por la cacharrería de las finanzas, cambiando los precios de los artículos, y colocando carteles de "producto estropeado" o "artículo en liquidación", para consternación de los tenderos del negociete con el que pretendemos sostener nuestra economía global.

Debiéramos saber que el principal muñidor de los informes que publican con pasmosa insolencia los analistas que trabajan para la agencia es el Sr. Buffett (Warren), que es uno de los clientes más importantes de la tienda. Este reconocido filántropo de sí mismo es accionista mayoritario y presidente de Berkshire Hathaway, la empresa que controla Moody´s.

Tiene, por tanto, sólidas razones para afirmar rotundamente, el Sr. Buffett, que "cuando bajan las aguas se reconoce los que van en calzoncillos" (o algo así) o que "el momento es muy propicio para hacer buenos negocios".

Sus tarascadas a las economías con mayor endeudamiento, precisamente por ser las que hace pocos años ofrecían mejores posibilidades de crecimiento, no tienen más objetivo que recoger los frutos maduros de sus actuales necesidades financieras, convirtiendo en oportunidad de hacer caja a coste bajo con las joyas de la corona de los desgraciados contribuyentes e inversores que confiaron en que formaban parte de un escenario solidario.

Llueve sobre mojado, pero se sigue venerando a estos popes del engaño. En 2006, Moody´s no tuvo escrúpulos, condenando a muchos inversores a la ruina, en dar su máxima nota, triple A, a más de 9.000 títulos inmobiliarios, que cayeron a nivel de bonos basura en un 80% con la crisis.

El análisis de los accionistas de McGraw-Hill, la otra agencia "prestigiosa" en la elaboración de ratings de solvencia, conduce a parecidos callejones de oscuridad. Aunque se defiende su independencia, argumentando que son accionistas del invento economistas y analistas sin compromisos externos, la realidad es que solo un 2% de las acciones son controladas por ejecutivos de la agencia, siendo el mayor propietario, el propio McGraw-Hill (Harold).

El mayor inversor en McGraw-Hill es The Capital Group Investments, una agrupación de intereses capitalistas con control sobre más de 3 billones de dólares, repartidos en prósperos negocios.

Si se deseaba tener una visión real acerca de quién controla, desde las añagazas del poderío económico travestido de bonhomía, los entresijos de las finanzas mundiales (que son, no hará falta explicarlo, los de nuestros maltrechos deseos de bienestar), aquí quedan estos sencillos ejemplos.

Votaremos gobiernos, confiaremos en que las medidas que adopten los dirigentes políticos redunden en nuestra tranquilidad y sirven para compensar nuestros esfuerzos, pero la realidad -oculta en la bruma de la codicia- nos mostrará, una y otra vez, que somos juguetes de los intereses de unos pocos.

Cuando a esos verdaderos poderosos que se lucran con las plusvalías que generamos con nuestro trabajo, les apetezca cambiar las reglas de juego para chupar con más comodidad nuestros humores, solo nos quedará confiar en que nos dejen suficiente energía para recuperarnos de las cenizas con las que nos habrán devastado, por enésima vez, nuestras tiendas de campaña.

Eso sí que lo harán, porque, por supuesto, dependen de nosotros, de lo que seamos capaces de construir, atentos ellos para echárselo al coleto cuando entiendan que es llegada su hora de colecta.

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