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Al Socaire de El blog de Angel Arias

¡A las armas, ingenieros!

Son muchas las formas en la que se podría llamar la atención sobre la excelente disertación que realizó el Presidente de Tecniberia, José Luis Vallvé, en el Foro España Innova, el 10 de febrero de 2010.

Como en su exposición se refirió varias veces a la situación de la ingeniería en España, resaltando que las instituciones gubernamentales se empeñan en la liturgia (magnífica palabra, que Vallvé enfatizó un par de veces) de aumentar su propia grasa, descuidando los nervios y, sobre todo, la materia gris, ésta de "!A las armas, ingenieros!" nos parece adecuada.

Brillante ingeniero de caminos y licenciado en derecho como profesiones académicas, (con un currículum de los que demuestran un paso eficiente tanto por lo público como por lo privado y una personalidad atractiva como tenemos ya pocas en España), Vallvé calentó motores desde el principio, ante un auditorio lleno de caras conocidas (muchos ingenieros), y que ocupaba varios salones del Ritz, -señero hotel especializado hoy en estos desayunos, frugales de contenido material, pero densos, magníficos, en sustancia espiritual-.

"Echamos de menos el fortalecimiento de la sociedad civil, porque se supone que estamos en un Estado abierto a los ciudadanos", dijo el conferenciante, después de reconocer que "había aprendido mucho aquí", en otras conferencias de esta iniciativa singular que es el Foro.

José Luis Vallvé mezcló anécdotas con mensajes directos como puños lanzados al rostro del que gobierna creyendo que él solo tiene la verdad y a los demás solo nos queda obedecer. Y, como persona pragmática, ofreció soluciones, vías de trabajo. "Las ingenierías no sabemos hacer otra cosa que i+d+i", apuntó.

Pero el último recorte presupuestario dejó a las constructoras y, por tanto, a las ingenierías, "prácticamente sin obra pública", por lo que están abocadas a una "reconversión brutal". La DG de Carreteras, por ejemplo, pasó de contatar 250 millones de euros al año a apenas 6 millones de euros en 2010.

Y las consecuencias no serán malas solo para las empresas de ingeniería. "Enviar un ingeniero al paro cuesta más que tenerlo trabajando. Se han invertido 60.000 euros en su formación y, si se marcha del país, es probable que no vuelva, con lo que el dinero invertido se habrá perdido para siempre."

El mal está hecho: "España no gasta en ingeniería ni el 5%: junto a 20.000 millones de euros en obra nueva, se gastaron en 2009, 10.000 millones en reformados", lo que quiere decir que se prefiere ir modificando la obra a media que se va haciendo o a posteriori, en lugar de contar con un buen proyecto desde el principio.

También denunció que "tenemos un modelo educativo sin prospectiva". Disponemos de 5 veces más abogados que Francia, que, como tienen que vivir de su trabajo, tienden a generar conflictos, propiciando un exceso de ruido. "Ha bajado el número de estudiantes de enseñanzas técnicas", y "las empresas de ingeniería acceden a las ayudas con mucha dificultad; están mejor situadas las ONG", lo que definió como un procedimiento "perverso" y solicitó que "nos dejen acceder, por favor, al enorme mercado de la cooperación al desarrollo".

La intervención estuvo plagada de excelentes titulares, pero terminamos esta breve (e injusta con el contenido completo de la conferencia), con la satisfacción de expresar que la pregunta que formulamos al ponente coincidió con la que preparó Manuel Acero, Presidente del Instituto de Ingeniería de España, también presente, desde la mesa de honor.

Por ella pudimos enterarnos que comparte nuestra opinión de que los "ingenieros no valemos para todo", como pretende la descabellada redacción de la Ley de Servicios Profesionales a punto de promulgarse, si no se remedia, y que la eliminación del visado profesional en los proyectos es una vía de indefensión hacia el ciudadano, justamente lo contrario de lo que la Ley dice perseguir.

Ah, y también estamos de acuerdo en que "no todos los ingenieros son iguales" y que los antes llamados ingenieros técnicos, como los aparejadores, cumplían una misión esencial, imprescindible y dignísima, en la ejecución de obras y proyectos.

Las ideas de Vallvé sobre los "océanos azules" del panorama tecnológico merecerán otro comentario en este blog.

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