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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Bajo sospecha: la justicia

Aunque por lo publicado (EP. 6.02.11), en "La película de Baltasar Garzón", que ha rodado Isabel Coixet para profundizar en "Las razones del magistrado", parece ser mayor el ruido que las nueces, sí pueden deducirse de las confesiones del que fue juez estrella de la Audiencia Nacional española que el hoy encausado tiene serias dudas acerca de la independencia de la Justicia de su país.

No es en absoluto una cuestión que pueda pasar desapercibida. Cualquier juicio respecto al funcionamiento de esta institución clave en una democracia siempre se emitió de forma extremadamente cuidadosa, para no despertar al feroz dragón de afilados dientes que defiende con su espada flamígera su territorio.

La división de poderes ha traído una consecuencia perversa que actúa en defensa de la práctica intangibilidad de los juzgadores. Por supuesto, no nos referimos a la impunidad de los jueces en caso de comisión de delitos (hasta ahí podíamos llegar!) sino a la extrema cautela que es preciso desarrollar a la hora de enjuciar, desde fuera, su labor, su organización o las influencias que se hacen sentir sobre sus decisiones.

El juez suspendido Baltasar Garzón -suspendido no por decisión de otros poderes sociales, sino por sus propios colegas de profesión- está disgustado por el trato que recibe su presunción de inocencia, y se "siente condenado", fundamentando tan grave apreciación porque "cinco de los siete magistrados que me van a juzgar son los que admitieron la querella, los que han resuelto los recursos contra esa admisión, los que han dado participación a todas las partes, (...) los que han confirmado la decisión del juez instructor de imputarme, (...), los que me han denegado las pruebas".

Comprendemos la indignación de Garzón y, como ya hemos expresado en otros comentarios, compartimos la sensación de que se le está tratando injustamente. ¿A quién debemos trasladar esta sensación? ¿Al maestro armero?

Y, con aún mayor inquietud, ¿cuántos de los juzgados, encausados, condenados, tienen o han tenido la sensación -puede que la certeza- de que se les está tratando injustamente, de que han interferido en la toma de decisiones judiciales motivaciones extrajurídicas, de que se han equivocado flagrantemente y tal vez a sabiendas las cautelas procesales, de que se han demorado inexplicablemente las decisiones, incumpliendo cualquier previsión de plazo legal, etc.?

¿Cuántos se han ido de rositas por la connivencia con los juzgadores, que nunca ha podido/querido ser investigada? ¿Qué se quiere decir por los representantes del estamento político cuando, como un latiguillo repiten eso de "confiamos en la independencia de la Justicia"?

¿Confiamos, en el sentido de "estamos seguros con la ceguera del que no quiere ver", o confiamos, en el sentido de existen los controles adecuados, internos y externos, para contrastar que, si los juzgadores no actúan correctamente, serán sancionados, multados, despedidos, amonestados? O, aún peor, ¿confiamos, en el sentido de que esperamos que el asunto sea juzgado por un juez próximo a nuestra ideología?

¿Por qué tenemos que esperar a que un juez molesto por el trato que recibe proteste acerca del mal funcionamiento (de una parte) de la Justicia?

Nuestra sociedad tiene miedo, sigue teniendo miedo a expresarse libremente.

 

1 comentario

Guillermo Díaz -

A estas alturas de la película ya no es nada nuevo que la justicia ha de estar bajo sospecha por su tremenda politización. Otro tema muy distinto es que quien la ha utilizado a su antojo como es el caso del Sr. Garzón, sea ahora el que critica a aquellos que lo van a juzgar. Yo a eso lo llamo maniobra dilatoria.