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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la función social del sistema bancario

Una interesante conferencia sobre el funcionamiento del sistema financiero español, pronunciada en el Casino de Madrid a principios de este frio diciembre de 2010 por el economista asturiano Matías Rodríguez Inciarte, (vicepresidente del Banco de Santander y bancario ilustrado acerca de los flujos y rentabilidad del dinero en España y en otros muchos países), nos da pié a plantear, sino una revisión, una reflexión sobre la función social del sistema bancario, en estos tiempos de auge de la mística de la Responsabilidad Social Corporativa.

Defiende Rodríguez Inciarte que la banca en España se encuentra en una "posición muy competitiva", a salvo de acelerar el proceso de fusión de las Cajas de Ahorros. Las necesidades de capital para saneamiento de eventuales riesgos apenas supera el 1,6% del PIB, muy alejado del 30% que se precisa en Irlanda, por ejemplo.

Aunque no excluye la necesidad de algunos retoques (mayor coordinación internacional, mejoras en la supervisión, paliar la tendencia cíclica del negocio, gestionar mejor la liquidez, y minimizar los riesgos provocados por la crisis, concluye que los problemas fundamentales de España no provienen del sistema financiero.

La reforma del mercado laboral, y del sistema de pensiones, la mejora en el sistema educativo y una mayor disciplina en la financiación de las Administraciones públicas, serían las verdaderas cuestiones pendientes que urge resolver, según este experto.

Duro me lo ponéis, amigo Inciarte, cabría expresar. Aunque expresado con cuatro pinceladas, es deducible de inmediato que a lo que se refiere el vicepresidente del Santander es a una mayor flexibilización en la contratación y despidos, una cambio profundo del actual modelo educativo que supere la tremenda disparidad de formación y su falta de adecuación a las exigencias del mercado del trabajo, y la reducción del endeudamiento de las Administraciones, disminuyendo drásticamente las inversiones públicas financiadas fuera de presupuesto y enajenando, si fuera necesario, algunos activos -fundamentalmente, gestión de servicios esenciales- para que se gestionen desde la iniciativa privada.

Sin discutir la procedencia de esas mejoras en los predios ajenos, hubiera sido de agradecer, para dotar de plena credibilidad al discurso, una mayor autocrítica al sistema bancario español, del que no cabe tanto discutir su saneamiento (lagarto, lagarto), sino su capacidad para coadyuvar al desarrollo económico del país.

Y es en este punto en donde, con los acuerdos de Basilea III o sin ellos, la Banca española presenta uno de los déficit de solidaridad más notables entre los países en desarrollo. Ha huído y huye del riesgo que no esté vinculado a las garantías tangibles, como del diablo. No le interesa el apoyo a los proyectos empresariales, sencillamente, porque no cree en la pequeña y mediana empresa.

Haga usted mismo la prueba. Vaya con el mejor proyecto que se le ocurra al más inteligente de sus amigos, trace el plan de negocio más verosímil que le haya aconsejado el más imaginativo y convincente de sus colegas económicos y presénteselo a su bancario más querido.

Apostamos a que el razonamiento que le harán es el siguiente: "Buen proyecto, bien fundamentado. Pero necesitamos garantías personales. Al fin y al cabo, Vd. tiene que ser el primero en creer en su negocio, ¿verdad?".

Esta obsesión, consecuencia de la escasa cultura de profesionalidad ante la valoración de riesgo empresarial y surgida de la desconfianza y desinterés hacia las líneas de desarrollo socioeconómico del país (o de los países) en el que hace su negocio, es un lastre, no para la Banca, sino para la economía.

Necesitamos banqueros que, en pura coherencia de su deseo de evidenciar responsabilidad social, no solamente nos pidan que les confiemos nuestro dinero para que se lo presten a otros con altos réditos y muchas garantías, sino que sean capaces de hacerlo circular, ayudando y controlando que los agentes más activos creen nuevas líneas de negocio ventajosas para todos, no solamente para los accionistas de los Bancos.

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