Sobre lo que no cuentan los periodistas
Hace ya tiempo que algunos sospechamos que la historia que se nos cuenta en los media no es la real, sino que se conforma con muchos elementos inventados, tejiendo un entramado en el que es difícil, por no decir imposible, separar el pelo verdadero de la maraña rasta de lo incrustado y, tomando la metáfora como referencia, solo cabría cortar de raíz la pelambrera para permitir que el cabello pudiera crecer libre nuevamente.
Rosa María Calaf Sardá es una periodista senior que ahora se dedica a disfrutar de lo que le gusta -lo dijo ella misma-, que es viajar, ver películas y dar conferencias difundiendo su diagnóstico respecto al estado catatónico del periodismo tradicional (Esta coda ya es añadido nuestro).
Invitada por Aseabel, una agrupación singular de amigos de Bélgica que capitanea Sara Ayats, Calaf expresó el 24 de noviembre de 2010, en el Salón de Actos subterráneo de la sede de la Comisión Europea en España (P.Castellana, 46, Madrid), con certeras, y, por tanto, amargas frases, su nostalgia de un periodismo informado e informante.
Si los medios periodísticos nos cuentan el reflejo de la actualidad o, más bien, el producto de su manipulación, fue la base de la reflexión de la veterana periodista, vital y coqueta -y a la que una interviniente en el coloquio, se manifestó encantada de poder, al fin, ponerle piernas, acostumbrada como estaba a verla solo en la pantalla pequeña-.
La conclusión personal de Rosa María Calaf se inclina claramente hacia la respuesta pesimista a tan intrigante cuestión.
La sobrecarga de información diaria, la insuficiencia de tiempo para seleccionar lo relevante de lo superfluo, la obligación de que la noticia llegue al público con inmediatez, la presión sobre el profesional por parte los empleadores, preocupados por la rentabilidad, son todos ellos factores que impiden "distinguir los hechos de los ecos", como recomendaba Antonio Machado, y que se traducen en una selección de los temas que se centra en el impacto, en la teatralidad de la forma y no en el fondo.
Estamos, en consecuencia, "peor informados que nunca. Los grandes temas de internacional" -la especialidad de Calaf- "cada día ocupan menos espacio, ocultos por las noticias frívolas, el deporte", y todos esos otros temas de consumo inmediato, de usar y tirar, que alimentan el gusto de los que no quieren tener memoria de lo ingrato ni preocuparse más que por lo que les atañe directamente.
El informante exagera, casi por sistema, convertiéndose en parte de la noticia y no en su observador imparcial, los aspectos marginales de la cuestión, silenciando otros, y manipulando los que le parecen más impactantes.
Así, se pondrá velos, mascarillas o chalecos antibalas -sin que sea necesario- o, haciendo acopio de desvergüenzas, dramatizará el ambiente, simulando acciones, para conseguir elevar los tonos de la noticia; acuciado por ser el primero en dar la información, hablará a veces desde la escalerilla del avión que le llevó al escenario real para contarnos lo que ya sabía al despegar, acompañándose de "imágenes espectaculares", porque se trata de eso, de espectáculo.
Puso la brillante periodista muchos ejemplos, reforzados con citas de sociólogos y comunicólogos (nombre éste con el que pretendemos agrupar a quienes están guiados por la noble intención de criticar lo que no les gusta de lo que hacen los demás), sobre la decadencia del periodismo.
"Los media se han convertido en una procesadora de espectáculo" (Furio Colombo), que cotiza en Bolsa y debe dar beneficios, y en esa idea puede justificarse que la visita de Sarkozy a España sea señalada por la fotografía con los traseros de S.A.R Da. Letizia y la Primera Dama Francesa Carla Bruni o que los Premios Príncipe de Asturias de 2010 lleven a la primera página a la selección española de fútbol, pasando su carro por encima de filósofos, escritores, humanistas y cualesquiera científicos.
Fueron citados por Rosa Calaf, desde A. Malraux a I. Ramonet, desde I. Montanelli hasta el presidente Jefferson, con frases que reforzaban esa doble idea de que "la noticia está donde está la prensa, y no al revés" y de que "queda definida una situación en la que se manipula la noticia, pero ni siquiera se conoce bien cómo se hace".
Durante el estupendo coctel con el que los asistentes fueron obsequiados, pudimos abordar a la admirada periodista para expresarle nuestra sugerencia de lo que podría ser el eje de una nueva conferencia: la mirada del problema, no desde el periodismo, sino desde la sociedad civil cualificada.
Nuestra reflexión distinguía entre quienes desean robustecer la base estructural para encajar en ella la noticia puntual y aquellos a quienes no preocupa más que lo intrascendente.
Hace algunas décadas, la curiosidad intelectual en nuestro país se concentraba en saber porqué sucedían las cosas y, por eso, primaba un tipo de periodismo de análisis, que tenía su reflejo en las discusiones de quienes concentraban una parte importante del interés por las noticias. Había información de lo cotidiano, por supuesto, pero era importante conocer, o avanzar en conocer, las razones que movían el mundo. Lo estructural tenía su lugar preminente junto a lo coyuntural.
Hoy, la sociedad de consumo no se preocupa más que del usar y tirar. Es más importante conocer lo que piensa Ronaldo, lo que quiere Fernando Alonso o lo que desea Belén Esteban que lo que ocupa a cualquier personalidad de las ciencias o de la cultura en general y, cuando se les concede espacio, es para reducirlos a objeto equiparable.
La agrupación de los componentes trascendentes, dispersos hoy en el magma de intereses de la sociedad civil, conformando esa "reserva intelectual" que ponga en valor, rescatándolos del fango de la mediocridad, los factores reflexivos, el respeto a la autonomía de pensamiento, la devoción al liderazgo convincente de base racional, etc., es, en el periodismo como en todos los órdenes profesionales, fundamental para sentirnos humanos, por ser realmente sapiens, no por las características morfológicas externas que compartimos con el resto de la especie.
(Rosa María Calaf se refirió a que en EEUU existe un curioso ránking formado por los 25 temas importantes que en el año no han merecido ninguna atención mediática. Preguntada en el coloquio, para que dijera alguno de los que serían de aplicación a España, y cogida a traspiés, improvisó como temas olvidados los de los conflictos del Congo o Filipinas.
Con más tiempo para la contestación, a nosotros se nos ocurren los siguientes: Opinión científica sobre la seguridad de los reactores nucleares y el depósito de material radioactivo; Efectos sobre la seguridad de la supresión de los visados profesionales; Organización de la sociedad civil contra los partidos políticos; Relaciones personales entre los políticos de distinto signo; Investigación sobre las bolsas de fraude fiscal en España; Estudio sobre la concentración de la riqueza en el país; Investigación sobre el apoyo del capital catalán y vasco al independentismo; Estudio sobre el fraude a las prestaciones sociales; Análisis del funcionamiento real de la Justicia; Diagnóstico y perfil de los Intereses económicos de las empresas españolas en Marruecos; Mecanismos de interelación entre la administración pública y los grandes grupos empresariales; Situación profesional actual de todos los que han ocupado en democracia un cargo público; etc.)
1 comentario
Falken -
Yo también me siento cada vez más decepcionado , no tanto con la profesión periodística como con el producto final, más dirigido al show que a la información.
Lo que callan ¡y lo que tapan!
Lo bueno de las generalidades son las excepciones, pero me da que son muy escasas las personalidades de la información quer verdaderamente actúan con libertad e independencia de sus patronos. En definitiva hoy tenemos que acudir a la pluralidad de fuentes para más o menos poder intuir por se acercan los moros a la costa.
Ay! y que silencios tan sonoros.!