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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la cara que tienen los políticos

¿Se han fijado Vds. en la cara que se les ha puesto a Rodríguez Zapatero y a Barak Obama? Mala cara. Crispada, tensa, con ojeras y rictus de disgusto y amargura.

No son figuraciones. Sus rostros han evolucionado con la coyuntura. Si se les compara (en el caso del presidente norteamericano, la referencia es prácticamente de ayer mismo) con el aspecto que traslucían cuando llegaron al poder, se advierte de inmediato que no lo están pasando bien o, por lo menos, que les preocupa lo que saben.

Sería un despropósito comparar el perfil y la situación de ambos políticos, aunque ambos se sienten embarcados en la, seguramente imposible, aventura de cambiar el mundo.

En lo que concierne al presidente Obama, Antonio Caño, en EP del 19.11.2010 transcribe, a una pregunta concreta, contestada por escrito acerca de si "sigue sintiendo el mismo entusiasmo y la misma capacidad para cambiar el mundo" que "sí, la sigo teniendo". La curiosidad de Caño tendría como referente el discurso pronunciado por el líder norteamericano el 11.09.2010, cuando se refirió a sus planes sobre Afganistán, y expresó (entre otras cosas) algo diferente:

"I myself never served in the military, but let me tell you: These guys -- and especially the marines -- are a little nuts. I mean, they’re all volunteers; they all believe deeply in America -- and in America as it is, and not in America as I will soon remake it -- and they all have this touching but wild-eyed optimism in America’s ability to change the world.

"But hey, I’m the president. I can’t be swayed by the young idealists and optimists who enlist in and join the U.S. military. And you Afghanis shouldn’t take our young people too seriously either. I don’t care how much they help you and how much you come to like and admire them. They’re all (well most of them anyhow) callow youth who fail to see the bigger picture".

El presidente Rodríguez Zapatero, por su parte, está preocupado por cambiar el mundo. Lo ha expresado en múltiples ocasiones que, en este caso, rogamos al lector nos exima de repetir aquí en detalle: Alianza de civilizaciones, apoyo a las energías alternativas para conformar un liderazgo mundial para España, llamada a la inmigración para que cubran los puestos de trabajo que nuestro hipotético estado de bienestar no osaba cubrir, etc.

El presidente Obama tiene, en su descomunal cometido -con los matices que él mismo ha expresado en el discurso referido- un equipo de profesionales de gran entidad, y un poder real, en lo económico y en lo político, junto a un aparato de apoyo mediáticos, que se podría calificar de impresionante. El presidente Zapatero tenía, en su propósito desencajado, el auxilio de su optimismo "compulsivo" y el apoyo de los seguidores más fieles, que le aplaudían como nuevo mesías de la socialdemocracia.

Nos gusta comparar el aspecto cansado de ambos líderes -no dudamos que a Obama se le acabará cambiando el semblante de nuevo tan pronto como China siga firmando acuerdos de entrañable colaboración, una vez que su equipo de análisis ha comprobado que Europa es un gruirigay de intereses encontrados-, con el saludable semblante de Angela Merkel, la canciller alemana.

La señora Merkel jamás se planteó salvar el mundo, ni cambiarlo. A ella, como a su thinktank de ideólogos, solo le preocupa, en realidad, el bienestar de Alemania. Y en el país teutón vuelven a oirse los lieder que más gustan allá, el ruido que hacen las locomotoras de sus sectores industriales, avanzando.

 

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