Sobre las leyes del deterioro progresivo
Preocupados los físicos teóricos por encontrar una gran explicación al cosmos y su evolución, los que nos movemos con los pies en la Tierra -no por más inteligentes, voto al chápiro verde, sino por pura necesidad-, lo que advertimos es su deterioro.
El asunto del deterioro no tiene que ver con ningún principio de la Termodinámica (al menos, de los descubiertos hasta ahora), pero resulta de lo más inquietante, porque, aparentemente al menos, rige nuestra existencia y la de todo bicho viviente.
El deterioro es la degradación de lo que entendemos por estado perfecto de un ente, y puede venir provocado por acción de agentes externos o por la evolución natural del mismo.
De entre todas las formas de deterioro, nos interesa reflejar hoy la modalidad de deterioro progresivo, que sería aquel en el que el cambio resulta apenas perceptible, por realizarse, no a saltos, sino suavemente a lo largo del tiempo.
Los seres vivos nos encontramos en el reducto de actuación del deterioro progresivo, que es, a veces, visitado por el deterioro brusco, que aparece después de una enfermedad grave, una operación, un accidente, y que, una vez instalado en nosotros, es prácticamente imposible de erradicar, al menos, a partir de cierta edad.
Cuando estamos ausentes de un lugar durante algún tiempo, al volver a él descubrimos, en las personas -y cosas, especialmente en el paisaje- los efectos terribles que ha causado el deterioro progresivo.
Aquel a quien admirábamos por su belleza es hoy un amasijo corpóreo de pieles arrugadas; el ágil atleta se ha convertido en un anciano en silla de ruedas; el río al que alborotaban piscardos y caballitos del diablo, ha devenido una cloaca infecta.
Las leyes del deterioro progresivo son, desde luego, función del tiempo, aunque la curva que las representa es casi plana; es imperceptible para el que lo sufre en sus carnes o en su entorno, pero, a partir de un cierto nivel, se instala definitivamente en la retina, y convierte a su portador en un despojo.
Actuando sobre nuestro microcosmos, estas leyes de naturaleza aún bastante ignota, parecen contradecir las teorías acerca de cualquier expansión infinita del Universo, pues nos llevan a pensar que todo lo vivo avanza, lenta, inexorablemente, hacia su involución, allí donde la mierda.
Los principios generales que rigen el deterioro progresivo, deducidos de la apreciación empírica, podrían enunciarse así:
"Todos los seres vivos evolucionan de forma natural hacia su deterioro;
Todos los elementos físicos no naturales que son abandonados, se deterioran en poco tiempo;
El ser humano posee una predisposición natural a propiciar el deterioro de lo que no le pertenece;
No hay ninguna ley ni norma que pueda conseguir eliminar definitivamente el germen del deterioro, que es un endemismo del hábitat del hombre".
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