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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre ayuda al desarrollo, cooperantes y pago de rescates

Los dos cooperantes españoles que llevaban nueve meses prisioneros de un grupo de terroristas han sido liberados. Se llaman Albert Villalta y Roque Pascual y habían aprovechado sus vacaciones para llevar, como lo habían hecho hecho otras veces, junto con otros compañeros, ayuda humanitaria a las poblaciones paupérrimas de Mali, Senegal, Mauritania, Níger y Burkina-Fasso.

Tuvieron mejor suerte que el cooperante galo Michel Germaneau, que fue asesinado por sus raptores. El secuestrado, también estaba en poder de otra facción de AQMI (Al Qaeda del Magreb Islámico), en algún lugar del desierto del Sahel, esa franja semiárida que es frontera natural de la miseria africana.

Un portavoz del grupo de delincuentes aprovecha la ocasión para hacer apostolado de su desfachatez, después de explicar que el Gobierno español ha accedido a gran parte de sus peticiones (la liberación del único condenado por el secuestro, Saharaui y la entrega de un rescate de 10 millones de euros):

"Y es una lección dirigida a los servicios secretos franceses para que lo tengan presente en el futuro. Tuvieron posibilidad de actuar con cabeza y responsabilidad con los muyahidines; también tuvieron la posibilidad de haber evitado la locura y el enfado que llevó a la muerte de sus propios ciudadanos" (traducción de un comunicado de un tal  Salah Abu Mohamed, su portavoz, en versión publicada por la prensa española).

Al mismo tiempo, el Gobierno español se congratula, como hacemos todos, de la liberación de ambos rehenes (antes, de la de Alicia Gámez), y agradece la cooperación, de cuyo alcance real nos preguntamos casi todos, de "los gobiernos de la zona".

A medida que se van conociendo detalles de cómo se realizó la negociación de rescate y quienes fueron sus intermediarios y, sobre todo, sus razones, es imprescindible ocupar el tiempo de razón replanteándose la entrega de ayudas a países que no disponen de policía ni medios para garantizar la seguridad de quienes acuden a entregarles ayudas, pero sí tienen la capacidad, al parecer, para movilizar eficazmente sus teclas para colaborar a que un grupo de asesinos con móvil ideológico abominable cobre por la liberación de sus secuestrados.

Si es verdad que se les entregaron diez millones (o lo que fuera) y que el delincuente Saharui (de nombre verdadero Omar Uld-Sid Ahmed-Ham) tuvo que ser puesto en libertad como contraprestación, que se deduzca el importe de la ayuda al desarrollo -¿4.300 millones de euros al año?-, y que alguien nos explique con claridad en qué consiste su idea de estado de derecho, que tanta fuerza posee para contaminar la nuestra.

(Según informaciones de prensa, y en el marco de la ayuda al desarrollo con Mauritania, España se comprometió en 2007 a una aportación global de 20 millones de euros anuales, con motivo de VI Comisión Mixta Hispano-Mauritana de Cooperación Científica y Técnica, Cultural y Educativa, para el periodo 2008-2010, además de haber condonado la deuda de 20 millones de euros que mantenía el país, resultado de los programas FAD).

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