Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre los amigos en política

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha visto cómo se le descorría el velo de sus sentimientos políticos, por una confesión a uno de sus vicepresidentes (Ignacio González), realizada sin advertir que tenía los micrófonos abiertos y que sus palabras iban a quedar registradas.

El "hijoputa" al que le quitaron un puesto en CajaMadrid para "tener la suerte de dárselo a Izquierda Unida" es un hombre de confianza de Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid, aunque seguramente la presidenta se refería directamente al propio munícipe, con el que no está precisamente a partir un piñón.

Pero se pueden hacer otros análisis de una frase cuya autoría y contenido no pueden negarse, porque se pusieron a la vista y oídos de todo el mundo. Por una parte, resulta manifiesto que es preferible para la presidenta promocionar como consejero a un representante de su oposición más descarada, un rojo de los de antes, que hacer hueco para un compañero de partido.

Por otra, también queda mal el vicepresidente, pues la confesión está destinada a corroborar un contubernio de dos, por lo menos, y no caben dudas en que el receptor de la frase y la emisora de la misma, comparten sentimientos. Así que es sencillo concluir que el Partido Popular tiene, en su seno, un nuevo germen de discordias, en la lucha por el poder de regir los destinos del país que vaticinan las encuestas, en las que el avance del partido de la gaviota sobre el de la rosa es cada vez más abrumador.

El país necesita a gritos un cambio de política, de credibilidad, de orientación económica. El PP está tejiendo una madeja en la que hay demasiadas cabezas para una propuesta económico-financiera aún muy difusa, en la que los adeptos a Aguirre no consiguen ocupar puestos relevantes.

Manuel Pizarro abandona su escaño, quejoso de que no se le ha dado la relevancia personal que reclamaba por su trayectoria (ay, cuánto mejor hubiera quedado como simple profesional competente del sector eléctrico, y no como verde candidato a sacar de sus casillas a Pedro Solves, en un debate desigual).

Rodrigo Rato, cuyo currículum resistió los iniciales rechazos de los partidarios aguirristas, manifiesta su criterio de fidelidad a Rajoy, rescatando a un colega asturiano, Fernández Norniella, con la intención de apalancar su poder ejecutivo en CajaMadrid.

Y, en fin, Cristóbal Montoro, un ácido combatiente de cualquier opción que provenga desde el gobierno socialista, sigue esperando que alguien le de argumentos para poner en pie una estrategia creíble de recuperación del país, cada vez más hundido en la crisis, el paro y la falta de iniciativas.

Sería muy aconsejable que los políticos del principal partido de la oposíción se esforzaran en unir fuerzas, separar corruptos, proponer medidas creíbles, y se abstuvieran de opinar acerca de los compañeros de partido, extremando los cuidados en la utilización de su vocabulario.

Porque nos da la impresión de que la diferencia sustancial en los comportamientos políticos de la izquierda y la derecha se concreta en esta desgraciada conclusión: los descontentos del PSOE, lo abandonan para pasar a ser críticos independientes; los descontentos del PP se mantienen en el partido, atentos a ponerse zancadillas y darse patadas por debajo de la mesa. Los micrófonos abiertos permiten, de vez en cuando, dejar el culo al aire de los verdaderos sentimientos que pululan entre bastidores.

Que el futuro nos coja confesados.

0 comentarios