Sobre jueces tiquismiquis y padres complacientes
Seguramente los juzgados españoles tienen mucho trabajo, pero hay algunos jueces que se toman muy a pecho la ingente labor de reformar el mundo como sea. El titular del juzgado de instrucción número 2 de Ourense parece ser uno de los jueces empeñados en demostrar urbi et orbe su capacidad de enseñar al prójimo lo que para ellos está bien, aunque sea a costa de violentar algunas reglas del sentido común.
En un lío de difícil ingesta está metidos un juez de Ourense, la Xunta de Galicia, la Fiscalía y los padres de un niño al que le gustan los bollicaos, las patatas fritas y las hamburguesas, entre otras chucherías. Tal afición a las golosinas y a la presunta comida basura ha llevado a un niño de 9 años a pesar unos 70 kilos, y a la Fiscalía de Ourense, en aras de la protección del menor, a pedir a los papás que entreguen la custodia del niño a quienes, aunque no lo quieran tanto como ellos, le van a poner a régimen para que pueda jugar al balón como manda los cánones deportivos de la Xunta: el centro de menores de A Carballeira, en As Burgas
Luis Montoya y Margarita Gabarres han pasado así a ser conocidos en toda España como los primeros padres, que se conozca en estos lares, que corren el riesgo de ser procesados, imputados y condenados por desobediencia judicial e incluso sustracción de menores, si persisten en negarse a comunicar dónde está su hijo.
Entre jueces tiquismiquis y padres complacientes anda esta vez el asunto. La historia pequeña de nuestro pueblo fabricante de despropósitos sigue dando juego a la polémica.
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