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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre los juegos olímpicos, de Madrid a Río

El sueño olímpico de Madrid se ha roto en un frustrado amanecer, vencido en última instancia -que es donde más duele- por la candidatura de Río de Janeiro.

Es posible -y necesario-, desde la calma posterior a la tormenta, extraer varias consecuencias, algunas francamente negativas y otras, razonablemente positivas.

En primer lugar, hay que reconocer que la elección de ese conglomerado variopinto de compromisarios, en el que se reúnen las más complejas relaciones de personajes desde la política elemental, al deporte, la farándula e incluso la capacidad de algunos para obtener un cómodo y saneado modus vivendi, ha sido la más acertada. La más conveniente, la mejor. En realidad, la única opción válida.

No se conocen, en verdad, los criterios seguidos por esos noventaitantos que consiguieron concitar la tensión de varios cientos de millones de personas de a pié, entre los que se contaban la mayor parte de los madrileños, obnubilados por una fantasía irrealizable.

Porque todos podrían imaginar, hasta el voluntarioso y obstinado alcalde de Madrid, Alberto Gallardón, que Madrid no tenía opciones, gastárase lo que se gastara, y movilizárase a quien se movilizara.

No las tenía porque:

a) España no era país preferente. Barcelona ya había tenido sus juegos olímpicos, y antes que Madrid habría que salvaguardar otras opciones en Europa y, en concreto, las de París o Roma; por eso, era necesario sacrificar a Madrid, llevándola hasta la final, para dejarla morir exhausta en la orilla;

b) Brasil representa el futuro, la esperanza de cien millones de brasileiros y de cuatrocientos millones de sudamericanos, el guiño a los BICs frente a los PIGs; Río es una hermosa ciudad, con problemas de delincuencia y tensión social, sí, pero con un carisma y encanto inigualables dentro del continente americano;

c) se ha dado una bandeja de plata a los compromisarios para que aparenten una inexistente neutralidad y su imposible resistencia al tráfico de influencias: ni Obama, ni Rey Juan Carlos, ni presiones de mandatarios carismáticos; seguramente, Obama fue informado por sus espías de lo que se ventilaba, y propuso la rápida eliminación de Chicago. La eliminación de la candidatura española en la última ronda fue también un premio de consolación a la innecesaria presencia de S.M., a quien se le hizo pronunciar un meloso discurso de postulante perdedor.

Lula ha estado, además, genial. En una presentación directa, breve, nada lacrimógena ni grandilocuente, ha puesto el dedo en la llaga de lo que Brasil y Río representan: el futuro, ni más ni menos; la esperanza, el cambio.

Madrid, además de una ciudad patas arriba, empantanada en obras interminables y en gran parte innecesarias, tiene una infraestructura deportiva mejor, que habrá que enseñar a utilizar bien, no solamente para ser sede de juegos deportivos (que también), sino para animar a la juventud, y no solo la élite deportiva, a mover el solomillo.

Y, desde luego, ahora, a los madrileños y españoles les queda por hacer lo más ingrato: ¡A pagar!

1 comentario

miguel -

Entonces no nos presentamos a madrid 2020?, de todos modos nos tocará pagar, y por lo menos cogemos un poco de buen rollo olímpico.