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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la soledad del corredor de fondo y el cáncer de mama

Se ha puesto de moda correr, y hacerlo multitudinariamente. Correr contra el sida, para recaudar fondos a favor de una causa, por la mujer, por la investigación del cáncer, de un cáncer concreto, para protestar por aquello o lo de más allá.

El 10 de mayo de 2009, siguiendo en la línea de otros miles de participantes en otroas carreras realizadas en otros lugares y en otros días, unas 15.000 mujeres han corrido por Madrid, después de un pistoletazo de SAR Da. Letizia, dado en el Parque de El Retiro, para conseguir dinero para la investigación del cáncer de mama, según creencia extendida entre las corredoras.

Imaginamos a esos miles de mujeres tratando de aguantar el tipo, en su mayoría, para llegar a la meta. A solas con su reto, muchas con una preparación escasa, acercándose jadeantes al hito de llegada. Habrían pagado su participación, porque la recaudación de fondos implicaba aportar una cantidad, y habrían conseguido, actuando de agentes publicitarios, que algunas firmas comerciales se estiraran un poco para que su nombre apareciera entre los convocadores del evento deportivo.

El cáncer necesita todavía de mucha investigación, pero nos parece que lo que necesita el cáncer de mama, en estos momentos, es concienciación por parte de las mujeres de que deben realizarse las revisiones periódicas recomendadas (en particular, a partir de cierta edad) y -no en última medida- que los centros públicos ejecuten esas revisiones sin demoras y, en caso de detectarse anomalías, los plazos de espera para las intervenciones quirúrgicas o los tratamientos correctores sean los menores posibles,

Las mujeres que corrían ese par de kilómetros seguramente pensaban en eso, y les interesaría saber si corrían solas, o también estaban corriendo junto a ellas, los responsables de las revisiones públicas, los consejeros de Sanidad, los facultativos de los centros sanitarios, y, en puridad, toda la sociedad. Porque el riesgo, aquí como en otras manifestaciones de exhibición cuyo sentido verdadero corre el riesgo de perderse de vista -valga el juego de palabras-, es que los interesados/interesadas den sus vueltas en un circuito diferente a aquel por el que circulan los que tienen, o deberían tener, las soluciones.

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