Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre tímidos, respetuosos y desvergonzados

Existieron tímidos y desvergonzados ilustres, al menos, por lo que nos han dicho las crónicas. Papas, emperadores, guerreros rumbosos y hasta esclavos indómitos militaron entre los desvergonzados. Los tímidos solían dedicarse a la investigación, a la mística o a filosofar.

Por supuesto, no es fortuito que la Historia nos haya dejado poco testimonio de mujeres tímidas y, en lo tocante a las desvergonzadas, las haya puesto a nivel de cortesanas (eufemismo), barraganas o ninfómanas.

De niños, puede uno imaginarse a los primeros perseguidos por madres preocupadas de que no se subieran a los árboles, no salieran solas al jardín y contestaran a la pregunta de lo que querían ser de mayores (que, por supuesto, ahora nadie hace) con un "importante como papá" y, más raramente, -sin precisar oficio- "como mamá".

Los desvergonzados gozarían de pajes y criados desde el más tierno principio, crecerían consentidos, animados a hacer de las suyas y de los de otros y, cuando adquirieran el uso de razón, tendrían en su petulancia y engreimiento crecientes la confirmación de que el mundo les estaba predestinado.

Pongámosnos bajo la tutela de los respetuosos, demos la palabra a los tímidos, ignoremos los gritos de los desvergonzados.

Nos comportamos como si únicamente nos correspondiera un asiento corrido en las sentinas, y con el remo entre las manos, estuviéramos conformes con tener como única referencia el gong que marca el compás de las brazadas. 

0 comentarios