Sobre la dificultad de interpretar el optimista y el gracioso en las tragicomedias
Verdaderamente, no se encuentran muchos actores dispuestos a interpretar el papel del optimista en la tragicomedia de la crisis que estamos padeciendo (siempre, unos más que otros: la intensidad va con la naturaleza de los recursos que están a disposición de cada cual).
En Asturias, por ejemplo, la reducción de actividad económica en algunos sectores es ya muy importante. Se nota menos -pero vaya si se nota- en el consumo en supermercados o en la restauración. En el primer trimestre de 2009, se habían perdido -no sabemos si destruído para siempre jamás o solamente extraviado temporalmente- 1.500 puestos de trabajo hostelero en la región que es Paraíso Natural, que sobre un total de 30.000 empleos totales del año anterior, suponen un 5% nada despreciable, y la rotura de la tendencia.
En el sector siderúrgico, las dificultades del gigante Arcelor-Mittal para mantener el tipo, en el mundo y en esta esquina del mapa que es Asturias, son muy evidentes: no se vende ni chapa para automovil ni para electrodomésticos, ni alambrón para tornillos, ni acero ni ala ancha o perfil para edificación.
Prácticamente, por estos lares, solo se demanda algo de carril para terminar las obras de los trenes de alta velocidad. En cosecuencia, los excedentes de producción se almacenan, y ya andan saturados los parques de productos finales e intermedios. No cabe más ni en las naves de fabricantes de automóviles, ni en los mercados de reventa de frigos y televisiones, ni en las navetas de los almacenistas.
La parada de uno de los hornos altos de Veriña, es la manera más sencilla de anunciar que Arcelor reduce la fabricación de acero en España a la mitad. Antes, ya hizo lo mismo con las baterías de cok de Avilés. En román paladino laboral, puede significar, no solamente un expediente de regulación de empleo para más de mil personas, sino que todo el sector de transformación, electricidad, y servicios que se alimenta de la fabricona (ahora, menos humos), se tambalee con esa neumonía.
A la debacle se apuntan todos. La Dupont, buque insignia teórico de las ilusiones teconológicas, estudia aplicar una fórmula norteamericana para retocar la producción: mandar a la gente a la calle durante unos tres meses, sin sueldo, y esperar a ver qué pasa.
Otros síntomas apuntan a posicionamientos o más sutiles o menos comprensibles. Los mástiles de los aerogeneradores fabricados por Gamesa -en donde manda Guillermo Ulacia, anterior director general de Arcelor-, se amontonan ordenadamente en lo que va a ser algún día el centro Niemeyer en Avilés y fueron terrenos ganados a la ría en los que navegó Ensidesa.
Etc.
Por eso, es de agradecer que el catedrático de Economía aplicada Alvaro Cuervo, invitado por uno de sus alumnos predilectos, el también catedrático Juan Vázquez, ex rector de la CRUE, haya descendido del observatorio astronómico de Madrid para acercarse a la Tribuna Ciudadana de los Oviedos, el 17 de abril de los corrientes, y difundir, con claras intenciones proféticas y apologéticas, la buena nueva: "En España no hay crisis financiera (...) No exageremos (...) En Asturias hay más cosas que Arcelor-Mittal (...) es el momento para los emprendedores", etc.
El papel del optimista es necesario en plena crisis, pero es uno de los más difíciles de interpretar. Aunque todavía nos parece más dificultoso, el del gracioso.
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