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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la excitación de la primavera

Que la primavera la sangre altera lo saben hasta en los conventos de clausura (suponemos). Con el final del invierno, la naturaleza dormida estalla de golpe, y esa eclosión simultánea y contagiosa se propaga por todos los escalones del mundo animado.

Los seres superiores sentimos también esa emoción, que se traduce en experimentar una alegría especial, un deseo de encontrar y manifestar a los demás que estamos otra vez, después del letargo invernal, dispuestos a todo, a empezar de nuevo un ciclo.

¿Poesía? No tenemos más que mirar alrededor y observar cómo las aves preparan sus nidos, y los enamorados bípedos se arrullan en cualquier esquina. Para alegrarnos la vista, las faldas se acortan, los escotes se prolongan, y las ciudades y pueblos se llenan otra vez de jóvenes -ellas y ellos- dispuestos a la aventura del amor.

Bienvenida, primavera. Contágialo todo. Entra a raudales por las esquinas de nuestra falta de imaginación, de nuestra apatía, de la sensación de desánimo y derrota. Dános la fuerza de la juventud, de los que creen a pies juntillas, sin saber la respuesta, que cualquier problema tiene solución. Llénanos de esperanza.

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