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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre fascismos y nacionalismos

El 2 de marzo de 2009, en el salón de actos de la Caixa en Madrid, Juan Pablo Fusi, uno de los mejores profesores de Historia contemporánea españoles, habló sobre los fascismos europeos, presentando las características de ese fenómeno sociopolítico de una forma sistemática. Un repaso interesante de una ideología que causó la segunda guerra mundial, sustentó el primer período franquista (desde 1939 hasta 1945) y que parece querer rebrotar en algunos comportamientos nacionalistas y regionalistas.

Aparecido en Italia en marzo de 1919, el fascismo, para Fusi, es un "hecho europeo", fruto de la primera guerra mundial, que habría tenido su período de mayor intensidad desde 1922 hasta 1939-1940. En Italia, Mussolini se mantuvo en el poder desde octubre de 1922 hasta el verano de 1943, si bien algunos prolongan la pervivencia del fascismo hasta 1945, con el desmantelamiento de la pequeña República del Norte, en la que el Duce se refugió después de su destitución.

El fascismo tuvo manifestaciones de distinta entidad en muchos países europeos: Además de Alemania, Italia y España, (Franco escribió a Hitler: "El Duce, Vd. y yo estamos sólidamente unidos ante la Historia), Austria, Bélgica, Croacia, Rumania, Hungría... incluso Francia, contaron con organizaciones fascistas. Fusi citó a Charles Maurras, inspirador de la Acción Francesa creada en 1898, -aún con calle en Madrid, ¡ay!- determinante para explicar el fascismo italiano, o la ideología del PP francés, fundado en 1936, por el ex-comunista Doriot, estrictamente "obrero y fascista".

En España, la fusión, en febrero de 1934, entre las Jons creadas en Castilla por Onésimo Redondo y la Falange de José Antonio Primo de Rivero unos meses antes, serviría de pretexto ideológico para el franquismo, aunque existieron "varias Falanges", que Serrano Súñer trataría, en vano de convertir en una "plataforma de poder". Franco impondría el concepto de "movimiento", una peculiar amalgama heterogénea.

Fusi extrajo esquemáticamente las características esenciales de los fascismos europeos: ultranacionalismo -a partir del concepto de unidad nacional-, militarismo, imperialismo; una política exterior fuerte y reinvindicativa (el pangermanismo fue una muestra); antiliberalismo, anticapitalismo y anticomunismo; sindicalismo nacional (bastante obrerista, pero con voluntad de sindicatos verticales): agrarismo; populismo; racismo y, como consecuencia, antismitismo (los judiós era una minoría no racial; con la salvedad de España e Italia, en donde no se presentó, al menos, con entidad).

El culto al líder iluminado crea en torno a él una mística de la acción y el heroísmo, con la implantación de un estilo militar, la agrupación en facies, la obediencia a los mandos, la ritualización de la política. Una nación es un pueblo con un gran líder. Su figura se incrustará en la Constitución, como Fuhrer, Duce o Generalísimo. La obsesión por reglamentar, incluso las relaciones sociales, llevó a Mussolini a imponer el tuteo; en el fútbol, los términos calcio, rigore, colpo d´angolo, volata, provienen de esa época; la destrucción de los edificios mediavales en Roma, también.

 Especialmente interesante nos pareció el análisis acerca de las causas que originaron los fascismos. Descartadas las opciones inicialmente esgrimidas por los historiadores, como reacción del capitalismo o de la burguesía, los fascismos aparecen como expresión del fuerte crecimiento del Estado y la aparición de una sociedad de masas.

Son una forma de modernización autoritaria, que combinan un liderazgo fuerte, con el nacionalismo, en épocas de enorme inseguridad y crisis no solamente económica). No son un movimiento de masas, sino que utiliza a la masa; lo integran gentes de la clase media, de niveles medios, económica, profesional e intelectualmente.

La referencia ocasional por parte de Fusi a la detección de algunos elementos coincidentes con el fascismo en algunos regímenes latinoamericanos (peronismo, chavismo, etc) motivó, en el coloquio, una pregunta de un venezolano, que, en una más bien desordenada exposición, trató de poner de manifiesto la base izquierdista del partido de Chavez, y conectarla con las actuaciones socialistas de los años 30 en el España.

El conferenciante se sacudió la pregunta, al mismo tiempo que hacía gala de su extraordinaria erudición, indicando que el comunismo no es la exaltación del nacionalismo sino del proletariado, y que -sin que con ello se viera que estaba apoyando a ningún partido, matizó- los líderes socialistas de la pre-guerra habían reconocido su error en defender el apoyo en elementos nacionalistas y autárquicos.

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