Blogia
Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre las oscuras razones y la forma de descubrirlas

Hay cargos que nadie desea. Uno de los abominados clásicos es el de presidente de la Comunidad de Vecinos (o sea, de Propietarios). Las razones son bien conocidas: trae problemas a quien lo ostenta casi diarios, trabajos extra a cualquier hora y sobre las más variadas peticiones; posibilidades innumerables de no contentar a todos y a veces a ninguno; riesgos de conseguir, incluso involuntariamente, que ciertos propietarios no vuelvan a dirigirte la palabra por motivos tan nimios como la hora de recogida de la basura o el cierre del portal; y, además, no tiene remuneración alguna.

Cuando se plantea la renovación del cargo de Presidente de la Comunidad de Propietarios, que tiene carácter anual, normalmente, salvo que esté establecido otra fórmula o un turno de rotación en los Estatutos, nadie quiere presentarse. En muchos de esos casos, ante la falta de candidatos, quien ha sido Presidente hasta entonces, acepta, resignado, seguir en el cargo un año más. Así, una y otra vez, sin que por ello esté exento de críticas ni quienes le han negado el saludo vuelvan al redil.

Hay, desde luego, otros muchos cargos que nadie debiera desear, porque implican trabajo y poco o ningún beneficio, pero que despiertan en algunas personas un ánimo de perpetuación muy sospechoso. Por ejemplo, el de decano de un colegio profesional.

Incluso, aunque estén remunerados, lo están tan por debajo del mercado que implican una entrega y capacidad de sacrificio desmesuradas y que hay que explicar bien. Por ejemplo, el de presidente de Gobierno o el de portavoz de un partido, o el de consejero de una autonomía. Por ejemplo, el de jefe de departamento universitario; por ejemplo...

En cualquiera de estos variopintos casos, hay que agradecer que haya candidatos al sacrificio. Pero hay también que mantener un ojo avizor para detectar aquellos supuestos en los que el candidato a la renovación pretende seguir, teniendo competencia, o sea, candidatos alternativos, argumentando que nadie como él puede seguir la labor iniciada.

En estos casos, habrá que sospechar la existencia de oscuras razones.

Porque las razones claras son éstas: a) nadie puede pretender hacerlo mejor que otro, solo por el hecho de disponer de información privilegiada o de estar ya en el puesto que se pretende cubrir por nuevas votaciones; b) si el puesto tiene una remuneración nula o muy escasa en relación con el trabajo que se debe o pretende desarrollar, hay que concluir -porque nadie actúa como santo de peana así como así- que el candidato a perpetuarse tiene cogido el truco de cómo alimentar la faltriquera con prebendas directas, e indirectas.

Así que, amgos, ojo al parche. Mejor dicho, no nos pongamos el parche en el ojo para no ver la realidad.

 

0 comentarios