Sobre el tamaño de la confianza en Barak Husein Obama
Ya próximos al 4 de noviembre de 2008, en el que se dilucidará quién habrá de ser el Presidente de los Estados Unidos durante los próximos 4 años, las encuestas presentan una ventaja a favor del candidato Obama. Más joven, más creíble, más simpático, más negro, más inexperto, mejor comunicador, más imprevisble, menos comprometido y menos dogmático que el candidato McCain.
Obama representa el cambio y McCain la continuidad. El republicano encardina lo previsible (más de lo mismo) y el demócrata la frescura de nuevos aires (menos de lo mismo, para introducir nuevos ingredientes).
La campaña electoral, seguida con interés, incluso con pasión, en el resto del mundo occidental, está siendo decepcionante. Ambos candidatos han demostrado un desconocimiento del mundo de la economía y las finanzas, de la política internacional más propio de malos alumnos de primero de la Facultad que de quienes están llamados -uno de los dos- a dirigir el mundo.
No nos parece que ninguno de los dos despierte emoción en el elelctorado indeciso. Más bien creemos que el beneficio que recogen las encuestas a favor de Obama es el del castigo al otro candidato, en una situación de grave crisis, porque se le considera más responsable de la misma que quien, no teniendo soluciones para salir de ella, pertenece al partido de la oposición y no del gobierno.
Puede que Obama gane las elecciones -será Presidente si los electores no reciben nuevos inputs que afecten a su credibilidad o la economía mejore clara y milagrosamente en este corto período hasta las votaciones-.
Pero el túnel sigue siendo muy oscuro y el cambio de maquinista, precisado por su campaña en aumentar la escasa protección social del Estado norteamericano y necesitado por la coyuntura económica de aumentar el control sobre el mercado, lo hace más largo.
Por eso, sería de agradecer que, además de vender ilusión, empuje, confianza en el sueño americano y su iposición de liderazgo mundial, los candidatos rebajaran sus niveles de fantasía y pusieran realismo, contención, críticas al descontrolado sueño americano, y expresaran su intención de colaborar estrechamente, y con compromiso firme, por hacer este mundo solidario, pacífico, honesto.
En el caso de Barak Husein Obama, la propuesta del cambio, clarificar estas cuestiones antes de las elecciones, le aliviaría de las dificultades de tener que adaptar sus actuaciones como futuro Presidente con el peso excesivo de una confianza desmesurada en que tiene la solución, cuando lo que tiene son las ganas.
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