Sobre la oportunidad de los pigs
Seguro que lo sabe el lector: pigs, que significa cerdos en inglés, es el acróstico con el que algún vicioso angloparlante se ha permtido agrupar las miserias de Portugal, Italy, Greece y Spain (España) para salir definitivamente del armario/closet de su retraso relativo.
Esos cuatro países, dentro de la heterogénea Unión Europea, tendrían dificultades para levantar su vuelo económico, siendo, a la postre, un lastre para la locomotora que integrarían los clásicos: Alemania, Francia, Benelux y, obviously, Great Britain (Gran Bretaña, o sea, Inglaterra, que viene a ser lo mismo). No se ha encontrado acróstico para estos últimos, aunque pudieran ser denominados como los fabis.
Todo eso tendría algún valor hasta muy poco antes de la eclosión de la crisis económica que sacude Estados Unidos y, por tanto, el mundo. Hasta entonces, los pigs aparecían, como un adorno decadente de los brics o brichs (Brasil, India, China), países emergentes que van camino de controlar en muy breve plazo la producción, el consumo mundial y, por tanto, the world economy.
Pero la crisis se ha cruzado en el camino y ahora las cosas han cambiado. Hay que volver a remover las fichas. Los pigs serían los gips (Global Investment Performance Superqualified)
Por ejemplo, resulta que el Presidente Rodríguez Zapatero y el vicepresidente Solbes, se jactan ahora de que la posición de España es de las más sólidas frente a la crisis, estando extracordinariamente bien situada para combatirla con éxito, porque nuestro sistema financiero está saneado y las empresas clave son pero que muy solventes.
Dejando aparte la manera como el Gobierno consigue interpretar los datos, crisis significa, por tanto, la apertura de un sin fin de oportunidades para los que, en momento de miserias, tienen mejor músculo o necesitan menos para sobrevivir. Esa sería la ventaja de España, y, presuntamente, para los pigs y, por traslación imaginativa, para toda la Unión Europea. Habría llegado la hora de Europa para recuperar la hegemonía arrebatada por su hijo listo pero díscolo, Estados Unidos de Norteamérica.
Hay que ser prudentes, sin embargo. Nos parecería preferible, mientras tenemos más información de lo que está pasando, actuar en la sombra y hablar poco.
Porque viene a cuento uno antiguo en el que se nos dice que un pollito aventurero que se había escapado de la granja para conocer el mundo, se encontró que fuera había, en realidad, un frío glacial: estaba en Siberia. Pensaba ya en morirse, lamentando su osadía, cuando una vaca hizo sus necesidades sobre su cabeza, así que pudo comer algo y calentarse.
Feliz con ello, creyendo estar en la gloria, -el pollito era ciclotímico, por los síntomas- siguió su camino por la nieve, piando como un desaforado. La historia acaba mal. El cuento dice que, atraído por los gritos, se acercó un zorro y se lo comió.
Alguien sacó la moraleja de que, si crees que mejora tu situación en un contexto duro para todos, no la píes.
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