Sobre el coñazo de los desfiles
A Mariano Rajoy no le gustan los desfiles. Le parecen un coñazo.
Esta inocente confesión, sorprendida por una tecnología de gran valor periodístico, consistente en "abrir los micrófonos" de los conferenciantes de un acto antes de lo que ellos creen, o aumentar su potenciar receptora de sonidos para captar sus susurros, ha levantado escándalo general.
Pues bien: a nosotros, como a casi todos los que hicimos la mili, los desfiles siempre nos parecieron un coñazo. Repetir una y otra vez el avance en formación, los giros, las medias vueltas, las variaciones izquierda y derecha, hasta la saciedad, cuidando de que las alineaciones se conservaran, era una paliza a la que, pocos de los que estábamos dentro del espectáculo, encontraban sentido.
Ah, pero llegaba el día del magno desfile final, el Gran Acto, con nuestros padres, hermanos y hermanas, novias, admiradoras y simpatizantes, venid@s desde lejos para ver nuestras evoluciones, y captábamos la otra cara de la moneda. La del que es espectador y no actor en el desfile.
El arrebato del pundonor nos embriagaba, entonces. Los rostros se tornaban altos, los pechos henchidos, los pasos firmes, el giro matemático... Conseguíamos así, formando bloque, el mensaje individual bajo la forma de una arrebatada aprobación o un beso ilusionado: "¡Qué emoción, qué bien habéis estado!". Y entendíamos por eso, algo más de los desfiles.
Lo mejor, era que nos daban unos días de permiso o, si se habían acabado el período de penitencia, nos pasaban a la reserva activa, licenciados.
Participar en los desfiles -sean del Ejército de Salvación Nacional como de las Devotas de la Virgen Santísima del Rosario-, es un coñazo. Da igual que sea en el Día del Pilar que el Viernes Santo. Pero, verlos, es diferente. Es muy vistoso. Por eso, lo único que no se entiende bien es que a Rajoy le parezca un coñazo ver los desfiles de los Ejércitos. Esa afirmación es más propia de un soldado que de un futuro Jefe de los ejércitos...
Pero, en fin, el mal está ya hecho. Por cierto, siempre será mejor que el Ejército se muestre en un desfile que luchando en cualquier guerra incivil, para lo que, por otra parte, y por lo oído, leído y presentido, nos tememos que nuestra gloriosa Patria -concepto cada vez más confuso- está, para complacencia de los pacifistas, aunque para riesgo de ser blanco de afanes imperialistas y/o fanáticos, cada vez menos preparada...
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