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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre algunas cosas de la Expo del Agua en Zaragoza

La Expo de Zaragoza está a punto de alcanzar los 3 millones de visitantes, y algo tendrá el agua cuando la bendicen.

En el pabelloncito de la Santa Sede (Holy See, Sainte Siège) tratan, desde luego, de este tema -la relación entre las Escrituras sagradas, el agua y el hombre-, con la intención de acercar a algunas almas a la salvación eterna, que es una finalidad, si se cumpliera, mucho más trascendente que pretender la distribución más equitativa de un bien imprescindible para vivir y hacer negocio: el agua limpia.

No es el único propósito de mezclar lo práctico con lo religioso. El pabellón de Arabia discurre por parecidos caminos y sorprendentes paralelas intenciones, aunque enfocadas, por supuesto, hacia la exaltación de la doctrina de Mahoma. Aquí, se nos presenta un idílico país en el que las mujeres -causa de pecado para el hermoso y juvenil varón, especie superior del género humano- van cubiertas salvo los ojos, aparecen de espaldas, o son tentadoras extranjeras camino de convertirse en huríes.

Pero no todo es trascendente. Si el visitante se arma de paciencia y dispone de tres días, al menos, para visitar la Expo de la ciudad de la Pilarica, quizá pueda hacerse con el mensaje que los organizadores han pretendido llevar a la población. Tendrá que hacer largas e injustificables colas ante los pabellones más interesantes: los de España, Japón, e Italia, entre los destacados. Más de dos horas de espera para acceder a estos recintos, dan idea de la imprevisión de los organizadores para distribuir mejor la curiosidad de los espectadores del evento.

Porque la mayoría de los pabellones no merecen la pena de la visita, y se convierten en simples lugares para que mercachifles hagan la oferta de algunas bagatelas y los restaurantes pretendan realizar su agosto abusando del hambre -y la sed cualificada- de los que se hayan adentrado en el recinto.

Esto no quiere decir que no se advierta un gran esfuerzo conceptual en el cerebro de la Expo, por hacer las cosas bien, con seriedad y altura. Las colas, el calor, el cansancio de la caminata, merecen la visita. Hay agradabilísimas sorpresas.

Hay que andarse por el recinto con los ojos abiertos, buscando en sitios donde no siempre se agolpa la curiosidad del visitante. El stand de Brasil, dentro de su modestia, contiene un mensaje muy sólido, y que estimamos muy coherente con la intención central de esta gran exposición. Ayuda, además, a entender, que los problemas del agua son muy diferentes en la Europa rica, la América del Norte y ese gran estado-continente, en donde el agua que el calor del trópico toma del Océano Atlántico ha permitido crear una red de ríos y una foresta que son el pulmón y el aire acondicionado del planeta.

Nos han gustado mucho el Pabellón Puente, estupendo en arquitectura -de Zaha Hadid- y en los paneles, muy trabajados -que, desgraciadamente, el público, ya cansado, no se para a leer-, la Torre del Agua -otra gran obra de arquitectura, de Enrique de Teresa, con una escultura central impresionante-, el Palacio de Congresos -de uensanta Nieto y Enrique Sobejano-, así como el Pabellón español, de Francisco Mangado. Esos edificios señalarán el perfil de esa zona de la ciudad de Zaragoza, aunque será difícil crear una homogeneidad con ellos, en la post Expo, dadas sus singularidades y aislamiento.

Mucho más modesto, pero bien concebido, está el edificio "El faro". Es el hermano pobre de las realizaciones arquitectónicas, y, acorde con esa sencillez -que no penuria- algunos de los mensajes que se difunden en el interior nos han parecido ingenuos o de un ecologismo utópico.

No está a la altura de la Expo de Sevilla, pero la Expo de Zaragoza dejará, como estupendo regalo para la ciudad, la recuperación de las riberas del Ebro. Esperemos que el río no deshaga esta labor, volviendo las cosas a su cauce- y, desde luego, unos edificios singulares, muy hermosos. Eso si, en un entorno deslabazado, frío, con demasiado asfalto. Eso es lo que habrá que corregir.

(Ah, y resulta que Enrique Martínez, el chief del hotel restaurante de Cintruénigo, es el encargado de la cocina del Pabellón de España... Qué mundo más pequeño...)

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