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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre Karadzic, el Tribunal penal internacional y los acuerdos de Dayton

No se me hubiera ocurrido una posición de defensa mejor, desde el objetivo de llamar la atención internacional. Karadzic, en sus primeras declaraciones al Tribunal de la Haya, alega que su cambio de personalidad venía provocado porque estaba cumpliendo los acuerdo de Dayton, por los que se le prometió inmunidad si desaparecía de la vida pública y adoptaba un nuevo perfil.

Es evidente que el prodigioso juego de prestidigitación que supone que el autor de atroces crímenes para eliminar a los opositores serbios, mayoritariamente musulmanes, resultara inmune si conseguía desarrollar una nueva personalidad. Su elección es de novela de aventuras. Podía haberse trasnformado en un campesino recluído en una aldea más o menos remota, o haberse refugiado en las inmensas tierras brasileñas, u ocultado en la costa del sol tras un palacete con alambre de espinos. Pero eligió convertirse en un santón curandero, pronunciando conferencias sobre las excelencias del régimen vegetariano.

Entregado ahora por quienes le protegían, con el objetivo de lavarse la cara y entrar en la Unión Europea, convertida en un proyecto frustrado de paneuropeísmo, su mención de que le han hecho trampa al bueno de Karadzic, da escalofríos, pero esa artimaña pone la cuestión sobre un elemento muy delicado. Estados Unidos, como es bien conocido, no conoce ningún Tribunal Penal Internacional. Así que, se podrá o no creer al sanguinario dictador, cómplice de Milosevic en su depuración de los opositores. No le librará de pudrirse el resto de su vida en la cárcel más solitaria del mundo, aunque le dará unos momentos de protagonismo para recordarnos que los dictadores, los sápatras, los visionarios que no dudan en decidir sobre la vida y la muerte de sus opositores, no nacen por generación espontánea.

Son el producto combinado de dos tolerancias: la de sus correligionarios, que consienten su actuación, y hasta la aplauden; y la de los países que alardean de su carácter demócrata, si bien no dudan en mirar hacia otro lado cuando les conviene, por la razón que sea (básicamente, económica), que gobiernen de esa manera. La responsabilidad de la ONU en las matanzas servobosnias, junto a Estados Unidos, es la propia de quien, siendo garante, incumplió con sus obligaciones de evitar crímenes abominables, que se realizaron a la vista de todos.

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