Sobre el modelo suigeneris de transición a la democracia en Guinea Ecuatorial
El Presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, ha conseguido creerse la imposible unanimidad de los 700.000 habitantes de esa antigua colonia española, en la escenificación de su reelección. La oposición solo tendrá un diputado, de las cien plazas que tiene el Congreso. Enhorabuena.
¿Enhorabuena? ¿A quién?. El descubrimiento hace ya años de importantes yacimientos de gas natural y petróleo en la costa guineana, de la que están dando la adecuada cuenta empresas españolas comandadas por Repsol, permite indicar que la continuidad del régimen de Obiang dará la adecuada tranquilidad a esas explotaciones. Ese ha venido siendo el objetivo de los gobiernos españoles en relación con Guinea Ecuatorial, gobierne quien gobierne, según fuentes que analizaron la historia.
Las denuncias de irregularidad manifiesta en ese proceso, por parte de la Federación internacional de periodistas y del llamado Gobierno en el exilio de Guinea Ecuatorial (acogido en España), entre otras muchas, no deberán, por otra parte, inmutar a Obiang. La Unión Europea, y el gobierno español con ella, sabrán disculpar las posibles -seguras, más bien- incorrecciones de unas elecciones cuya convocatoria había sido bienvenida.
No hay porqué extrañarse de la doble cara del presidente Obiang. Fue capaz de recibir al entonces Presidente español Felipe González con elevadas promesas de cooperación, petición de ayuda en el proceso de democratización del país, y anuncios de liberación de rivales políticos encarcelados.
El ex Presidente Adolfo Suárez, lleno de buena voluntad, se había ido in illo tempore para allá con su carpeta de recomendaciones. Pero, cuando la representación española se dió la vuelta, fue tachada de non grata.
Con el paso del tiempo, el gobierno de otro Presidente, Rodríguez Zapatero, ha vuelto a poner la mano sobre el hombro de Obiang, pero esta vez, con la experiencia pasada, parece haber entendido que con los dictadores hay que conformarse con las palabras y promesas, mirar para otro lado, y aprovecharse de la estabilidad que crean con sus entramados de corrupción y represalia a todo lo que huela a oposición. Repsol-YPF lo agradece, por ahora, y se esfuerza en apoyar la formación de un núcleo de futuros colaboradores locales, con becas de estudios e inversión en escuelas.
Y para lo demás, habrá que dar tiempo al tiempo. Obiang tiene cáncer, Moto se muere en la cárcel y Micó, con solo un diputado, poco podrá hacer. A Marruecos y a Francia, por cierto, habrá de gustarles que llegue un tiempo de revuelta para la antigua colonia, en su sui géneris transición a la democracia, nadando en bolsas de petróleo muy apetitosas. Si hay que apoyar la guerra contra Gabón por la isla de Mbañé, se va, caramba.
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