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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la recuperación de edificios antiguos

En todos las ciudades y pueblos de España hay ruinas. El paso del tiempo, la emigración, la desidia, unido a los estragos de la última guerra civil y al atractivo de vivir en casas modernas con más comodidades, ha dejado los recintos urbanos señalados con edificios que se caen, que se han caído ya en gran parte.

La suciedad, los gatos callejeros, las ratas y las palomas -junto a otros animales menos visibles- son los habitantes de estas ruinas. En algún caso, también sirven de morada estrafalaria a alguno de los muchos desarraigados de nuestra sociedad.

Situados en zonas que la especulación inmobiliaria ha hecho valiosas, algunos de estos edificios antiguos son "recuperados" o "rehabilitados" por inmobiliarias.

La rehabilitación consiste, en general, en vaciar completamente el edificio, conservando únicamente la fachada. Mientras se construye completamente nuevo el inmueble, incluso a veces, dividiendo en dos la altura de los pisos antiguos, se soporta la pared con andamios y redes que previenen de la caída de cascotes sobre los transeúntes.

Parecemos ignorar que la mayor parte de nuestros actuales orgullos arquitectónicos del pasado han sado reconstruídos, y muchas veces reimaginados, varias veces. En otras ciudades europeas, sufridoras de bombardeos, terremotos o incendios que las dejaron en cueros, sus hermosos edificios actuales no son sino reconstrucciones modernas con los planos y fachadas primigenios.

Nuestra propuesta va en dos sentidos. En primer lugar, que se inventaríen todos los edificios de los cascos urbanos, y se establezca una actuación preferente y urgente específica. para todos aquellos solares vacíos y casas en ruinas o con amenaza de ruina.

En segundo lugar que, decidida la rehabilitación y, en su caso, la forma de mantener una línea coherente con el resto de edificios del entorno, que se reconstruyan las fachadas de estos edificios, aprovechando algunos materiales, cuando se pueda, pero sin la preocupación obsesiva por conservar materiales sin real valor histórico y, lo que es peor, ya muy adulterados y afectados por el paso del tiempo.

Esto facilitaría la recuperación de un aspecto terminado y limpio del centro de nuestros pueblos y ciudades. Por supuesto, habría que analizar la rentabilidad de estas rehabiltiaciones, pero cuidando la generosidad actual con las líneas de crédito y subvenciones especiales con las que se han hecho algunas reconstrucciones que solo han servido para que se asienten en esos "edificios históricos" falsariamente reconstruídos, entidades bancarias, tiendas de modas o los más ricos del lugar.

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