Sobre la igualdad relegada a Ministerio
(Del BOE del 14 de abril de 2008, RD 432/2008: Artículo 18.
Ministerio de Igualdad.Corresponde al Ministerio de Igualdad la propuesta y ejecución de las políticas del Gobierno en materia de igualdad, lucha contra toda clase de discriminación y contra la violencia de género. Le corresponde, en particular, la elaboración y el desarrollo de las actuaciones y medidas dirigidas a asegurar la igualdad de trato y de oportunidades en todos los ámbitos, especialmente entre mujeres y hombres, y el fomento de la participación social ypolítica de las mujeres.)
Lo que faltaba. Uno de los principios inspiradores de la Constitución, elemento permanentemente socorrido por juristas para defender la no discriminación de sus clientes en millones de juicios civiles, -el derecho a la igualdad y a la no discriminación-, ha visto disminuído su carácter a la simple categoría de Ministerio, pan para hoy y hambre para mañana.
Esta extraña decisión del flamante Presidente del Gobierno español tiene el cariz de los peores preludios. A falta de explicación, parece un parche puesto en el ojo ante la sospecha de que las fuerzas del mal -esas que marginan aún a las mujeres, a los ancianos, a los inmigrantes, a los disminuídos físicos y síquicos, a los pobres, a los gitanos, a los negros, etc.- intentan hacer un fuego junto a los basamentos del Estado de Derecho.
Por eso, el organizador gubernamental debió pensar que había que tocar a rebato, alertar a la sociedad de que el ojo divino está vigilante, y dispuesto a enviar a defender a los desiguales con la espada de madera de un ministerio de nuevo cuño, sin presupuesto aún, y con el celo impetuoso pero aún desabrido de una ministra recién llegada de la adolescencia y del folklore.
Mientras llegan los programas, en esa remodelación de los ministerios del Gobierno hay más intención que coherencia. No se entiende la vinculación de agricultura y medio ambiente (la agricultura es el gran consumidor de agua, pero su papel ambiental, en sentido estricto, marginal.
No se entiende la elevación de la inmigración a categoría ministerial, igualándola al trabajo, porque son peras y manzanas. Los asuntos sociales sonaban a una capa de amplio espectro, pero metidas en un cajón con otros compañeros de viaje, sorprenden.
Hay cambio de collares, pues, pero los contenidos quedan muy abiertos. Algunos despachos están hechos para contentar a personas y grupúsculos antes que para precisar los cometidos con los que servir mejor a la ciudadanía, aunque respondan a intenciones del genérico debate de investidura de Rodríguez Zapatero.
A niveles de nominaciones personales, habría que explicar la sustitución de Jesús Caldera, el desplazamiento de Carme Chacón a un ministerio ya muy vapuleado, el sostenimiento de Magdalena Alvarez "la ministra de Momento", o la incorporación de Bibiana Aido a un cometido que igual podría haber sido "Ministerio de Legalidad".
Se comprende, por lo demás, bastante bien el transfondo del premio a Miguel Sebastián y las razones para crear un ministerio de Investigación y desarrollo y encomendárselo a la joven investigadora, Cristina Garmendía. Lo que falta es saber cuáles serán sus prioridades, y si bastará, como otras veces, poner un nombre a la necesidad para entender que el hueco está cubierto.
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