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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la autoridad en la red y su aplicación a la vida real

Pocos serán los blogueros, esa raza especial de humanoides, caracterizados por ser capaces de dedicar unas cuantas horas al mes, sentados ante un ordenador, escribiendo sobre las más variadas materias, que no están preocupados por su autoridad en la red.

El concepto de autoridad se determina mediante un algoritmo misterioso que, según dicen, combina el número de comentarios publicados, sus referencias, y, sobre todo, la cantidad de enlaces de otros blogueros hacia las entradas del propio blog.

Para conseguir aumentar algo esas entradas, al principio, pueden utilizarse muchos procedimientos. Hay quien crea varios blogs, y los entrelaza febrilmente. Pero lo más habitual es convencer a los amigos que estén enganchados en la misma aventura, de  supuestos trascendentales efectos, para que enlacen con uno. Se pretenderá generar así una espiral de conexiones, un fenómeno pirámide, que debe llevarle, algún día, a ser un referente inexcusable para cualquier buscador virtual, igual si un desconocido internauta busca cómo arreglar una persiana o pretende consejos para ser millonario.

Aunque si lo que Vd. desea es ser respetado entre los verdaderos profesionales de las blogs, no escriba sobre opiniones, sino que copie, traduzca o elucubre sobre conceptos crípticos para los otros humanos insensatos, preocupados solo por llevar una vida real: web 3.0, genbeta, cnet,

Uno de los calificadores más utilizados, Technorati, coloca ya en un muy aceptable nivel -el lugar 900.000-, si se dispone apenas de un par de conexiones regulares, para las que no haría falta, en realidad ni mover un dedo. La misma posición se conseguiría con un generador de palabras sin sentido, aunque entre esos blogs de escasa audiencia se encuentran, en lo que tenemos investigado, la mayoría de los que merecería la pena seguir.

Se atisbará la gloria de los 600 a 700.000, con solo dieciséis a dieciocho enlaces, con el riesgo de entrar en una espiral de autoemulación que puede conducir a la paranoia. Atrás quedarían entonces los duros comienzos, en los que franquear la barrera de los 1.000.000, cuesta un mínimo de 6 referencias.

La ascensión a niveles superiores es, por supuesto, muy dura. Haría falta tener más de sesenta enlaces para llegar al nivel 120.000, doscientos para subir más acá de los 30.000 y entre trescientos y cuatrocientos cincuenta para subir a los niveles 15.000 a 20.000., lugar de los elegidos, de aquellos que són respetados doquiera se hallen, si nos referimos, obviamente, y en exclusiva, a las reuniones de gentes del sector.

Si el internauta bloguero consigue que 500 o 600 interesados, entre desocupados, aduladores, majaras, parados, pensionistas, profes, funcionarios, informáticos, friquis, telecos, políticos, vendedores y/o amigos -etc-  dirijan sus referencias hacia su creación, podrá ascender a cifras del ránking impensables para los enjutos mojamutos normales: tendrá por encima, menos de ocho o nueve mil "pirados".  Ahí es nada. Mayor influencia teórica que la mayor parte de los pensadores de renombre universal.

¿Qué sucederá su tiene más de 12.000 referencias? Pues que habrá alcanzado el sitio de los top mil, aquellos bienaventurados que se sientan a la derecha del señor, en pugna por el lugar de honor permanente de ser, ay, el bloguero relativamente menos leído del mundo.

Porque lo que debe tener por seguro es que, salvo los cuatro amigos fieles de toda la vida, leerle, leerle, no le leerá prácticamente nadie. ¿Para qué?. Como se podría imaginar cualquiera, lo que prima en la red, como en la vida real, es el pensamiento de "¡Que sean ellos los que me sigan a mí!". Por eso, a la pregunta de "¿Has leído lo que puse en mi blog sobre tal o cual tema?" La respuesta obligada es: "Por supuesto. Muy bueno." Punto pelota.

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