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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la participación de los cónyuges y parejas en las campañas políticas

A las parejas de los políticos españoles no les gusta participar en la campaña electoral. No lo hacen, no lo han hecho, y si llegó el caso, lo hicieron a disgusto. Se da por supuesto que participan de las ideas de sus compañeros de alcoba, pero no suelen manifestarlo públicamente, aparentemente conscientes de que eso no aumentaría el número de votos.

Sonsoles de Rodríguez Zapatero prefiere cantar en su coro que en los mítines de su esposo. Elvira de Rajoy lleva una vida discreta con sus hijos, y básicamente solo acompaña a D. Mariano públicamente para ver juntos al Papa de Roma. Ana de Llamazares solo se fotografía junto a su esposo en los actos familiares.

Se pueden, tal vez, encontrar algunos ejemplos en contrario, pero no cabe identificarlos con vocaciones políticas o de verdadero apoyo: Ana Botella de Aznar es un modelo singular, tal vez asimilable a Carmen de Felipe González, con cometidos políticos surgidos a contrapié.

Y la misma valoración puede hacerse mirando desde los pocos ejemplos del otro sexo: El esposo de Esperanza Aguirre, conde de Murillo D. Fernando, prefiere dejar vía libre a las inquietudes de su pareja, cuidando sus reses y jugando al golf (entre otras cosas). José Sobrino de Rudí hace negocios en Zaragoza, pero no aparece por la alcaldía. Etc.

Contrasta este desapego por la vocación pública de sus consortes, lo que se ve en la campaña americana. Hillary se apoya en Bill Clinton, y Obama tiene su valedora en Michelle, que se hace acompañar de Maria Shiever, la esposa de Schwarzenegger que, vaya por Dios, es republicano. Todos los candidatos hacen campaña con sus parejas al lado, cuando no en actos multitudinarios simultáneos.

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