Sobre las listas electorales y la ambición política
El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón ha comunicado al presidente de su partido, el PP, que se retira de la política (suponemos que cuando termine su mandato actual como responsable de la gestión municipal de la capital de España). Razón: no figurar en las listas electorales de su partido, como resultado de la marginación hacia sus aspiraciones frente a las de la Presidenta de la Comunidad madrileña, Esperanza Aguirre.
Uno de nuestros amigos suele comentar, refiriéndose a los programas del corazón, que independientemente de que los chismes y cotilleos que se cuentan en ellos sean verdad cuando se sacan a la luz pública, acaban siendo verdaderos. Todo parece como si los personajes fueran víctimas de una terrible vis atractiva, insalvable, que les lleva a hacer justamente lo que, por ser mentira, han rechazado inicialmente.
En el caso de los políticos Gallardón y Aguirre, los desmentidos reiterados de que existiera alguna tensión entre ambos, han finalizado con la demostración de la evidencia: son incompatibles; sus ambiciones políticas son coincidentes. Y tratándose de políticos de tal altura, la ambición política por la que compiten no puede ser otra que la de Presidente de Gobierno.
Sin necesidad de referirnos al cuento aquel de las aceitunas, del labrador que vendió mentalmente la producción apenas después de haber plantado la pepita, puesto que ambos políticos tienen una trayectora personal muy brillante, sí puede hacerse referencia a otro cuento, el de las dos cabras que pugnaban por atravesar un precipicio utilizando el mismo tronco y, empeñados en no dejar paso al otro, cayeron ambos al vacío.
De momento, quien parece haber caído por el callejón de la derrota es el alcalde-ex-presidente de la Comunidad, Alberto R. Gallardón. Desde arriba, contempla el despeñamiento una sonriente Esperanza Aguirre, también con un amplio bagaje político (quizá mayor). Desearíamos (en recuerdo de otro despechado en su día, Vestrynge) que el hoy marginado no lleve su enfado por el camino de un periplo por siglas antes contrarias. Las personas capaces pueden realizarse al margen de la política, por supuesto, y Rodríguez Gallardón tiene cuerda para rato (y para pizarro, claro).
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guillermo díaz -