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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre fracasados y triunfadores

Empezamos con la puntualización trivial de que, en esto del triunfo o del fracaso, hay una fuerte componente de subjetividad. Muchos hombres y mujeres felices -y, por ello, triunfadores- aparecerían como desgraciados a los ojos de otros. No tienen camisa, o la que lucen lleva jirones. Criterios alejados, cierto, de los que distinguen entre las prendas de Massimo Dutti y Springfield o Emporio y Giorgio Armani.

Pero, sutilezas aparte, se puede descubrir una línea conductora que predispone -como conditio si ne quanon- al triunfo. La concentración en unos pocos objetivos, la persistencia en ellos, el contar con el grupo de apoyo o padrinos adecuados y haber crecido a la sombra del líder sin precipitarse hasta llegado el momento de aparecer con nombre propio en la palestra, son elementos persistentes del éxito, presentes siempre que alguien triunfa.

Por el contrario, quienes abarcan o pretenden abarcar muchos temas, cambian frecuentemente de ubicación o de empresa, son individualistas, y no pertenecen a ningún grupo, puede que sean felices con su camisa hecha de harapos, pero no los veremos liderando ningún emprendimiento terrenal.

La inteligencia o las dotes naturales o adquiridas no parecen juzgar un lugar relevante. Tampoco, dentro de un mismo grupo, las mejores calificaciones; aunque en cada promoción, por ejemplo, de ingenieros de caminos -o bomberos- todos los colegas recuerdan quienes han obtenido los mejores números, es raro que los primeros lleguen más alto que los últimos, quienes, por el contrario, se evidencian más hábiles para aprovechar mejor las compañías y relaciones que les ofrece su camada.

Hemos hecho desde la redacción de este blog una relación de casos en los que se cumple la aplicación de estos principios, pero preferimos dejar las listas concretas a la experiencia personal de nuestros lectores.

1 comentario

guillermo díaz -

Está confirmado que los "jaimitos" (con perdón por la expresión), números uno de las promociones, no son necesariamente los que después triunfan profesionalmente.
Por el contrario, todos conocemos segundones de nuestras promociones que ahora son profesionales o empresarios de elite.
Hay una razón muy clara: Lo que marca la diferencia es la "inteligencia emocional" que es la capacidad de detectar y regular los sentimientos propios y ajenos y utilizarlos para encauzar el pensamiento y la acción.
En conclusión: El número uno de los triunfadores, no es el número uno de la promoción, si no el que mas inteligencia emocional tiene, que nada tiene que ver con la inteligencia del "empolle"