Sobre la formación de los menores españoles
Un Informe sobre la educación en varios países, reaizado por la Organizacion para la Cooperación y el Desarrollo Económico, está levantando críticas acerca de la mediocre educación que evidencian los jóvenes españoles, en comparación con otros países desarrollados.
El profesor Julio Carabaña (EP, Aula libre, 3 de diciembre de 2007, "Avisos para no quedar en evidencia comentando PISA) advierte de la necesidad de interpretar prudentemente los datos, ya que "diferencias de 10 puntos y hasta de 20 puntos son diferencias pequeñas", para estadísticas cuya puntuación media es 500 por definición y la desviación típica, 100.
Quizá el elemento más sorprendente es que el conocimiento asimilado por los alumnos tiene escasa relación con el gasto en enseñanza. Estados Unidos e Italia, que gastan más el doble que España, obtienen resultados similares.
El Informe aparece, en conjunto, como un mapa de datos variados cuya interpretación puntual no conduce a conclusiones realmente aprovechables. Habría que centrarse más en las tendencias de expresisón de conocimientos por parte de las poblaciones de cada páis, y allí se puede deducir que España ha perdido en comprensión de textos. En los demás aspectos, los jóvenes se mantienen fieles a su colectivo, generación tras generación.
En fin, habrá que encontrar nuevos indicadores que sean realmente significativos de por dónde va la población juvenil en esto de la educación. Los maestros de secundaria y los universitarios se quejan que sus discentes son más rebeldes, menos atentos, y tienen poca base de conocimientos. Los padres y el público en general vemos que los jóvenes son más pragmáticos, más hedonistas, menos cordiales.
En general, su preocupación por el dinero y los placeres inmediatos es, en nuestra opinión, lo que más nos extraña y duele a sus mayores. "En nuestra época no teníamos esa libertad", nos justificamos.
Al margen de los resultados casi indescinfrables de PISA, algo nos están diciendo los jóvenes que no saben donde está el río Jiloca (salvo que vivan a sus orillas) pero han viajado a la India dos veces y canturrean en inglés sabiendo lo que significa la letra, y pasan de ese rollo de las autonomías y del debate político. Jóvenes que, cuando terminan sus estudios, desplazan sin problemas en el trabajo a los "viejos de cincuenta", cobrando la mitad.
Porque la imagen de los jóvenes como grupos que solo se movilizan para un botellón en el que porrros y anfetas circularán libremente entre invitaciones a practicar el sexo, está tan equivocada como pensar que no hay muchos más jóvenes mejor formados que en las anteriores generaciones, más capaces, más sensibles.
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