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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la España radial y Cataluña

El Presidente de CIU en la sección de Opinión del diario Público del 1 de diciembre de 2007, defiende que "ante la evidencia de que PP y PSOE apostaron, apuestan y apostarán por la España radial, Catalunya (sic) está en su libre derecho de plantear otro modelo".

La cuestión de ordenación del territorio y las comunicaciones fue, desde luego, central en relación con el desarrollo económico y la fijación de las corrientes migratorias y de desplazamiento de ciudadanos dentro de él y en su intercomunicación con otras zonas económicas.

Cataluña ha gozado de una primeriza comunicación rápida con la Unión Europea y en la ordenación de la infraestructura de las autovías a lo largo de la costa mediterránea, que ha favorecido su desarrollo y su vinculación con una zona económica más desarrollada, facilitando el envío de mercancías a centro Europa y atrayendo al turismo de estas regiones europeas.

El modelo de desarrollo radial en una isla o, a los efectos, en una península con el cuello de botella que significan los Pirineos, es una fórmula natural y lógico. Es coherente con la plasmación de un modelo de infraestructuras que articule las regiones internamente, y si esta inversión ha faltado en Cataluña es, desde luego, porque las fuerzas económicas no lo estimaron necesario. Y no se puede olvidar que los poderes económicos catalanes estuvieron en el núcleo duro de la toma decisiones en España.

Desgraciadamente para Cataluña y el resto de España, el dinamismo que siempre habían evidenciado los empresarios catalanes y, en general, todo su sistema económico y productivo, está quedándose atrás. La falta de un modelo político de interrelación con las demás regiones españolas y europeas, así como la pérdida de competitividad en buena parte de las empresas catalanas, empeñadas en conseguir más proteccionismo y en promover más mercado interior en la región, en lugar de seguir mirando hacia el exterior, está pasando factura.

Ese "otro modelo" de infraestructuras en el que parece pensar Artur Mas no haría sino profundizar en la crisis catalana. Las inversiones efectivas para agudizar el desarrollo catalán y mantenerla como motor económico de España, han de mirar a su mejor conexión con las restantes regiones españolas y a la potenciación del eje Madrid-Barcelona, construyendo a partir de él, una irradiación de actividad que movilice y sirve de base para todo el país.

Porque mirarse el ombligo es una operación ególatra que solo tiene sentido cuando se está en la operación de limpieza del cuerpo por las mañanas, no cuando se debe tratar de conseguir el alimento para subsistir hasta la noche. 

Los manifestantes que el uno de diciembre de 2007 salieron, multitudinariamente, a la calle en Barcelona para, aprovechando que se pretendía pedir una mejor red de cercanías, reclamaron el indepentismo para Catalunya, basándose en que Cataluña es una nación, deberían saber que el concepto de nación es una entelequia utilizada históricamente para justificar la insolidaridad. No hay más historia común de los pueblos que la que conduce a la Humanidad, en su conjunto, hacia el progreso.

De puertas hacia dentro de los pueblos, solo hay, conceptualmente, miseria. Aunque se adornen con las plumas de victorias y derrotas guerreras, de caudillos invictos o gentes mancilladas.

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