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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la división de Bolivia entre los ricos y los pobres

Aún existen opciones de que la lucha de clases se reproduzca con virulencia en alguno de los países más pobres de la Tierra. No resulta en absoluto tranquilizador para quienes apoyaríamos la vía de encontrar un tránsito pacífico, conducido con rigor económico y firmeza política, desde un panorama en el que existieran desigualdades injustificables en beneficio de algunos pocos a otro en el que las desigualdades estuvieran justificadas por la inmensa mayoría.

El presidente de Bolivia, Evo Morales, llevado por una combinación de devoción indigenista con rencor anticapitalista, se ha metido en rumbo duro por mares de tinte proceloso que podría llevar a corto plazo a Boliivia a uno de estos dos indeseables destinos:

a) la ruptura del país -que, como es sabido, ha perdido su salida al mar pero mantiene su Armada-, al estilo "isla dominicana" (tomando ejemplo de lo que sucedió entre la República Dominicana y Haití), separando con barreras infranqueables las regiones más ricas (Santa Cruz, Cochabamba, Tarija, Chuquisaca, Beni, Pando) de las muy pobres (La Paz, Oruro, Potosí). Esta división coincidiría, además, con la separación étnica, ya que las provincias paupérrimas están pobladas mayoritariamente por lo que se llama con algo de eufemismo"población indígena";  

b) la guerra civil al estilo "revuelta incontrolada" -modelos varios, y algunos muy modernos, desde la guerra civil española hasta las de Chad-Darfur, Congo Belga, Serbia-Kosovo, Irak, Corea, etc.-  en el que el Gobierno se vea arrastrado por las turbas enfebrecidas por sus promesas a defender a los más pobres (de etnias indias aymará y quechúa, básicamente), frente a los intereses de los más ricos (de piel blanca y árboles genealógicos apenas mestizados, que controlan la producción minera, agraria y gasística).

El asunto tiene mala pinta. En Sucre y en Santa Cruz se cuenta que los gobiernos locales han reclutado civiles para patrullar las calles; la cárcel de Sucre está abierta de par en par. Los discursos políticos se han llenado de odio; la población se arma.

El modelo de Constitución que ha propuesto Morales -redactado, por supuesto, por un equipo de profesores y políticos que ven en ello una oportunidad estupenda para hacer su Historia- tiene perlas de difícil digestión en un mundo capitalista.

a) El condicionando del derecho a la propiedad privada "siempre que cumpla una función social" (art. 56).

b) El mandato a los pueblos indígenas (¿y naciones?) a "ejercer sus funciones jurisdiccionales y de competencia" (...) aplicando "sus principios, valores culturales, normas y procedimientos propios".

c) El propósito de convertir a todas las lenguas indígenas, junto al español/castellano en lenguas oficiales (art. 5)... una complicación aún mayor que la creada en la Unión Europea, pues se enumeran 36 lenguas diferentes...

Bolivia, ténte. Paz en tu tierra, y buena voluntad para todos. El mundo no se cambia en unos meses, Morales. Prometer un "subsidio universal" de 25 dólares al mes por el hecho de ser boliviano no es una "Renta Dignidad", es un despropósito económico, una perversión política, un desafuero ideológico.

El modelo de nueva Constitución es una mecha encendida lanzada en un polvorín en el que se guardaba la estabilidad de esa tierra boliviana. Un país, desde luego, que se puede coincidir en que estaba mal gestionado, desestructurado e incapaz de resolver el dilema de ser a la vez rico y pobre en ciertos recursos, pero que trataba de mirar serenamente hacia su futuro.

Hay que gestionar mejor los recursos, estructurar el país y tranquilizar los ánimos. Una guerra civil solo produciría más atraso.

Morales no ha anunciado que tiene misiles de cabeza nuclear o un plan para desarrollar energía atómica. Aunque no se descarta que el equipo de Bush esté buscando en sus archivos históricos metodología sobre la forma de reconducir las crisis en los patios de los vecinos, cuando se desvían de la senda que marcan los manuales. Uy, uy, uy.

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