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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre los peligros de comer y beber demasiado

En un día como hoy son muchas las casas en las que se atiborra a los comensales. Al hilo de la reunión familiar, se prepara un ágape en la que no faltan grasas, dulces y licores, en cantidad muy superior a la que sería aconsejable para sostener el desgaste calórico.

De grandes cenas están las sepulturas llenas, dice el refranero. Pero esta contundente afirmación no arredra a cocineros y cocineras que se esmeran desde la mañana, o quizá desde días antes, en preparar suculentos manjares que forman parte de la cultura popular de lo que es comer bien. El secretario de Estado de economía español ha recomendado conejo para ayudar a las economías, pero, por lo que hemos oído, poco caso se le hará.

Predominarán los asados, básicamente de volatería: pallipavos, pulardas, pavitas, gansos y, para los más modestos, pollo relleno de salchichas y ciruelas pasas. El besugo, la carpa, la lubina o la chopa serán opciones gastronómicas para los amigos de las tradiciones más ligeras, pero el riesgo será siempre que no haya bastante para llenar los estómagos.

Antes, será de rigor engullir engullir unos cuantos langostinos -de procedencia, en general, centroamericana-, embadurnados con mahonesa. Mientras se espera a los rezagados, es de rigor comerse varias lonchas de jamón, chorizo y unas docenas de aceitunas, regado con vino blanco o, si se tercia, con fino o vermut de los de Italia.

Los brindis se harán con cava o con sidra el Gaitero, pero se empujarán con turrones, peladillas, frutas escarchadas.

¿Que qué celebramos? ¿Alguien lo recuerda?

 

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